El Artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos afirma que “todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.
En Cuba, para hacer valer este derecho, la creatividad de sus ciudadanos ha sido amplia. El artículo 53 de la Constitución reconoce una “libertad de expresión” pero la limita al pensamiento socialista, por lo que la libertad no es tal sino que está restringida en el pensamiento único. Y para completar la censura consagrada en la Constitución Nacional, agrega que “la prensa, la radio, la televisión, el cine y otros medios de difusión masiva son de propiedad estatal o social y no pueden ser objeto, en ningún caso, de propiedad privada”. Es por ello que no sólo expresar preferencia por otro sistema político, económico, social puede ser penalizado sino que también poseer una imprenta o una editorial en forma independiente al estado puede significar años de prisión.
La política cultural del Gobierno de Cuba fue delineada en 1961 por el discurso de Fidel Castro conocido como Palabras a los Intelectuales cuando pronunció la famosa frase “Dentro de la Revolución todo, contra la Revolución nada” pero luego especificó aún más el destino de toda persona que no se adhiere al pensamiento único, diciendo: «contra la Revolución, ningún derecho” y eso se ha enfatizado con los decreto 349 y 370 que en los últimos 3 años han denunciado tantos cubanos y organizaciones internacionales de derechos humanos.
La vulnerabilidad a la libertad de expresión comienza desde lo más básico, desde la tenencia de libros considerados prohibidos hasta la publicación de contenido que no ha sido aprobado por el régimen comunista-militar. Por ello, han surgido iniciativas que el régimen considera subversivas cuando en el mundo democrático serían celebradas como de promoción de la cultura.
La iniciativa de las bibliotecas independientes, que son bibliotecas en casas de familias, donde se comparten libros y se promueve la lectura de libros que no circulan por las bibliotecas de las universidades cubanas, ya sean los escritos filosóficos de Santo Tomás de Aquino o escritores contemporáneos como el chileno Jorge Edwards.
Esta sociedad de pensamiento único forja, en el corazón de cubanos sinceros con sus conciencias, la necesidad de crear editoriales independientes ya sea editando en Cuba e imprimiendo en el exterior o imprimiendo directamente en Cuba con el riesgo de ser encarcelados y condenados a años de prisión. Por ejemplo, como figura en el expediente de los juicios contra el grupo de los 75 en la Primavera Negra de 2003, imprimir la Declaración Universal de Derechos Humanos, fue considerado un delito catalogado de “propaganda enemiga”. Fundar revistas ya sean de poesía, ensayos o de noticias barriales, también son censuradas pues como recordamos, la misma Constitución es la que censura a cualquier iniciativa privada, ya sea de un grupo de personas amateur o profesionales, pero que no estén dentro de las instituciones creadas por el estado cubano, no pueden imprimir, ni difundir contenido por ningún medio de comunicación, ni en internet.
El desafío de la creatividad para la lucha contra la censura va más allá de cómo promover contenidos e ideas para llegar a la mayor cantidad de población posible en Cuba evitando el control totalitario de los contenidos y el riesgo de ser reprimido, sino también existe el desafío a la creatividad que implica la falta de acceso a los recursos, a los insumos requeridos, la falta de papel o de tinta por momentos, por la escacez, desabastecimiento o imposibilidad de financiarlo con los magros salarios de los ciudadanos cubanos.
En la actualidad, la facilidad en las comunicaciones que ofrece la conectividad a internet con los datos en los teléfonos celulares a partir de fines de 2018 puso fin a una época en la que los tweets fueran publicados a través de envío de mensajes de texto (SMS). Aún así, hoy por hoy, se envían artículos a través de telegram y no como archivo para que implique un menor consumo de datos para los lectores.
Los periodistas cubanos se han organizado fuera y dentro de la isla para levantar su voz independiente del estado y para seguir informando a pesar de la represión con los medios que tuvieron en su momento, sea papel, Blogs, Twitter, páginas web o páginas de Facebook.
De una manera u otra, siempre la escasez ha dado lugar a la innovación en Cuba potenciando la creatividad para escapar a la censura.
Créditos
Investigación y Redacción: Micaela Hierro Dori
Edición: Hernán Alberro