Miguel Coyula

Cineasta independiente cubano, que siempre decidió por su estilo de cine trabajar fuera de las instituciones más allá de las razones políticas, por su estilo de hacer cine. Reconocido por Cucarachas Rojas (2003), y con sus últimas producciones como Memorias del Desarrollo (2010), Nadie (2017) y Corazón Azul (2021) han sido presentadas y aclamadas en festivales internacionales. Por ello, es uno de esos artistas reconocidos internacionalmente que incomodan al régimen totalitario de Cuba y se encuentran en la lista de censura, al menos abiertamente así lo hizo público la seguridad del estado cuando impidió la presentación en un espacio alternativo de gestión privada, del documental “Nadie”. Para él hacer arte es honestidad y con esa misma filosofía de vida ha respondido a esta entrevista que va desde sus orígenes como cineasta hasta la situación política y social de su país. 

 

MHD: Cuentame ese camino que has hecho en la realización de cortometrajes y mediometrajes durante la década del noventa, con todas las dificultades de recursos  de censura que había en ese momento. 

 

MC: Bueno, yo empecé a hacer cine por accidente porque yo estaba estudiando diseño industrial y la posibilidad de tener una cámara de video en Cuba era bastante complicada, sobre todo en esa época, en los 90s, entonces una vez que mi papá fue a visitar a su familia, a mis tías en Miami, en Estados Unidos ellas le regalaron una cámara VHS y con eso hice mis dos primeros mediometrajes que fueron filmados en orden cronológico porque no tenía ni siquiera un set de edición, o sea tenía que planificar la película y filmarla. Gracias a eso entré a la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de Los Baños, y ahí también me di cuenta que el tipo de cine que a mi me interesaba hacer iba a tener que hacerlo fuera de las instituciones, y en aquél momento no era ni siquiera por razones políticas. Era simplemente porque la manera en que yo entiendo el cine es muy personal, es un proceso muy individual en el sentido en que para mi la cámara es como una extensión del brazo, de la misma manera que el teclado para el escritor. Se te ocurre una idea y sales a filmarla, o sea que esa rigidez que te impone tener un guión y después tener que filmarlo tal cual o más o menos igual, y  después editarlo, esas tres etapas cronológicas que son lo normal en las producciones tradicionales que son la escritura del guión, la filmación y la edición, en este caso se entrelazan constantemente, me salto etapas, se me ocurren ideas cuando estoy editando, vuelvo a filmar. Entonces, también el tipo de cine que yo quería hacer no encajaba en ese momento con lo que se esperaba del cine cubano, y también combinado con esta forma de producción que me ha parecido que es muy pesado para uno.

 

Yo tuve problemas con fotógrafos y editores en la escuela de cine porque necesito el control absoluto, para mi el milímetro exacto para el encuadre es muy importante así como el fotograma exacto para cortar, entonces no encajaba en ese esquema industrial. No es que yo quiera hacer cine completamente solo, me gustaría tener un equipo pero como no puedo pagar para tener un equipo pues no le puedes exigir a los demás la misma disciplina que te exiges a ti mismo, sobre todo durante largos períodos de tiempo que es lo que han durado mis largometrajes, entonces es la única forma de filmar de poco a poco, siempre ha sido en todas mis películas la manera de ir avanzando, porque también cuando uno pide ayuda en fondos internacionales para cine latinoamericano tienen una idea preconcebida de lo que debe ser el cine latinoamericano y tampoco el cine que yo hago encaja en esos perfiles: Cine de género, horror, elementos de documental y eso no es lo que está de moda en los festivales tampoco para el cine latinoamericano y específicamente cubano. No me ha quedado otra forma que trabajar así al margen de todo, pero te decía, no es ya ni por cuestiones políticas, eso vino después, pero al principio era por el cine que me interesaba, que no encajaba en esos perfiles y no había otra manera de hacerlo.

 

MHD: Entiendo también que las agencias de cine a nivel internacional de otros países trabajan con las agencias de cine del país, entonces si no estás en las instituciones tampoco hay lugar para esa cooperación. No se si has encontrado espacio de cooperación con otros cineastas independientes que no tengan que ver con la cooperación  intergubernamental.

 

MC: Sí, en Cuba el cine independiente no aparece en el catálogo de cine independiente del ICAIC, el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográfica, pero pasa que hace tres años el cine cubano estaba en un limbo legal y se crea decreto 373, donde básicamente el ICAIC trató de agrupar a todos los cineastas independientes dándoles un carnet. Este decreto dice básicamente que tienes libertad para hacer coproducciones, que antes era muy complicado, pero que todos los contenidos tienen que estar dentro de las libertades que permite la revolución cubana, lo cual se puede interpretar de mil maneras. 

El 95% de los cineastas independientes fueron corriendo a buscar su carnet del ICAIC. Yo no. Yo y unos pocos decidimos quedarnos al margen de eso completamente. Esta ha sido la manera de seguir filmando en mis largometrajes, incluso yo he filmado de la misma forma fuera de Cuba. Una película que yo hice llamada “Memorias del desarrollo” está filmada en cinco países distintos y esta siempre ha sido la estrategia. Esa burocracia que encima demora a veces hay que pagar, cosa que me parece absurda porque ni siquiera estás haciendo cine comercial. Hay que pagar por permisos, impuestos por los actores. Yo siempre me he movido al margen de todo eso porque es la manera de tener la libertad más directa entre tu mente y la pantalla de la película, esa siempre ha sido la única forma.

 

MHD: ¿Podrías contarme de tu experiencia cuando sancionaron el decreto 373 del año 2019 que intentaba regular y limitar el trabajo de los cineastas independientes?

 

MC: Incluyendome a mi yo solo conozco a tres cineastas que no firmaron, hasta donde yo se todos los demás firmaron, y por supuesto cuando salió la noticia fue una buena noticia porque todo el mundo estaba de acuerdo. Según el decreto ese tienen que revisar los guiones que tu escribas, y si haces cambios tienes que reportarlos. Mucha gente empezó a decir: “Bueno, yo escribo y luego filmo lo que me de la gana y al final hago lo que quiera” el problema es que por ahora está en blanco y negro, es como hacer un pacto con el diablo, ahí está el contrato de lo que puedes y no puedes hacer. Yo por eso me quedé al margen. 

Yo supongo que no a todos los cineastas independientes les interesa un cine político, un cine abiertamente frontal y antisistémico, entonces para los que no estén interesados en este tipo de cine les viene bien este decreto porque les da estas ventajas de producción. El problema es  si estás interesado en hacer un cine verdaderamente independiente, con eso me refiero a ser independiente en contenido y forma, en tener libertad absoluta. 

Los otros dos cineastas que conozco que no se inscribieron al decreto  son Jorge Mundina y Fernando Fraguela. Vale la pena mencionar que después de las protestas del 11 de julio hubo muchos cineastas que entregaron su carnet de creador audiovisual independiente del ICAIC.

 

 

MHD. ¿Cuándo fue que has comenzado a sentir que existe ese limbo legal de los cineastas independientes cubanos, tanto para los permisos del rodaje como para las proyecciones en espacios independientes?

 

MC: Lo que pasa es eso, que todos los cines de Cuba están dominados por el empleador único que es el gobierno. No existe la posibilidad que tengas una sala de cine independiente. Más allá de eso, en el 2017 yo terminé un documental que se llama “Nadie” sobre el poeta Rafael Alcides que es un poeta que vivía al margen, un poeta disidente. Tratamos de hacer una proyección en una galería privada que está aquí a tres cuadras de la casa y eso ni siquiera era un cine, era una galería donde no cabían más de treinta personas. Hubo una redada policial para evitar la proyección de la película, osea que ya no en los cines del estado, esto fue la violación de un espacio privado, una casa, la casa de Luis Trápaga, y fue violentado ese espacio privado. 

Ese momento fue muy revelador porque muchos colegas se apartaron, muchos críticos de cine, cineastas hicieron silencio sobre lo que pasó. Aquí siempre se ha defendido mucho a los cineastas censurados cuando los censuran dentro de la institución, cuando por ejemplo el festival de cine dice que va a poner una película y después la quita o la muestra de jóvenes realizadores, salta todo el mundo en defensa, pero como nosotros habíamos hecho esta película fuera de la institución y a su vez habíamos buscado consecuentemente un espacio fuera de la institución, porque no se iba poder poner de otra forma, mucha gente pensó: “Es que se volvieron locos porque intentaron ponerlo fuera de la institución” de alguna manera (en el 2017) justificaban lo que pasó. Ahora la realidad ha cambiado mucho, hay muchas personas que en aquel momento hicieron silencio que ahora están muy presentes en las redes sociales haciendo denuncia sobre la censura.  Cada uno tiene su proceso y va de alguna manera despertando poco a poco y cortando sus vínculos con la institución.


MHD: ¿Qué crees que fue lo que cambió? Uno ve que con el decreto 349 comenzó a articularse todo un movimiento de artistas en 2018, 2019, 2020, y pasa lo del Ministerio de Cultura, lo del 27N, tú estuviste ahí, fue un antes y un después. ¿Qué destacas de esa jornada y el grupo de colaboración que surgió después de ese día con los demás artistas que tuvieron la oportunidad de hablar con Fernando Rojas en temas tan álgidos como lo fue la represión del Movimiento San Isidro y la censura del 349?

MC: Sí, yo fui al Ministerio de Cultura a filmar, realmente no me siento parte del 27N como no me siento parte de ningún movimiento, yo siempre he estado al margen de toda agrupación, soy demasiado individualista para inscribirme en un movimiento, incluso cuando se empezaron a elegir las personas que iban a entrar al Ministerio, que a mi no me dijeron por cierto, pero tampoco hubiera ido, porque yo fui realmente a hacer presión pero jamás me podría sentar frente a Fernando Rojas ni ninguna de esas personas porque yo detesto a los políticos, no tengo absolutamente nada que ver, me parece un diálogo sordo.

 

En alguna vez yo escribí que incluso la manifestación debió haber sido frente al Ministerio del Interior porque fueron quienes dieron la orden de irrumpir en San Isidro y llevarse a todo el mundo. Aquí se ha hablado mucho desde hace años de hacer una Ley de Cine pero realmente yo lo que firmaría sería por una ley de cambio de gobierno porque todo responde a la misma estructura vertical. La Ley de Cine esa yo tampoco estaba de acuerdo porque además sabía lo que iba venir, cuando se empezó a hablar de eso hace como siete u ocho años, sabía que sería lo que terminó siendo, el decreto, porque era ingenuo pensar que la ley de cine que proponían muchos cineastas se iba a materializar de esa forma idílica que ellos esperaban, sabía que eso venía con algún control, por eso no fui nunca fui a las reuniones para la Ley de Cine. 

 

Yo siempre me he mantenido muy al margen de todo y de alguna manera yo pienso que el mejor activismo es que uno puede hacer es hacer su obra sin interferencia alguna porque es al final sobre lo único que tu puedes tener control absoluto y lo único que te hace dormir bien por la noche sabiendo que estás haciendo lo que quieres hacer y sin interferencia ninguna.

 

Hace poco vino un cineasta cubano que se había ido de Cuba desde el año 95. Lo invitaron al Festival de La Habana y mucha gente empezó a criticarlo porque había regresado a Cuba, pero para mi es mucho más interesante lo que él hizo, que fue que cuando presentó su película leyó un comunicado criticando abiertamente la represión a los manifestantes del 11 de julio, y eso es mucho más importante, dejar clara su postura cívica desde su profesión, si todo el mundo lo hiciera en Cuba no habría falta activistas. El problema es que la gente está muy amedrentada con perder su trabajo, su posición, que además con un salario que es miserable muchas veces, es el gran problema que la gente no quiere desconectarse de la matriz. En realidad no se requiere tanto, es muy triste como después del 11 de julio muchas personas que habían inundado el Facebook con protestas después los obligaron a retirarlas y la gente está aterrorizada.

 

MHD: Existe el Decreto 370 que controla los contenidos publicados en internet y las redes sociales y te pueden multar por lo que publicas. La gente más de espíritu libre sigue publicando pero no es el caso de todos.

 

MC: Sí, lo hemos estado hablando entre unos amigos. La libertad de expresión les interesa muy poco. Para la mayoría de la gente con tener sus problemas económicos resueltos, con tener una casa, un carro ya son felices, a veces han sido felices así bajo dictaduras incluso increíblemente, pero la libertad de expresión le interesa a los escritores, periodistas, algunos artistas, pero realmente no es la mayoría, y ese es el problema. 

 

El 11 de julio fue una reacción espontánea porque en Cuba es muy difícil organizarse en la oposición. El gobierno lo controla todo, tienen intervenidos los teléfonos, el WhatsApp de muchas personas está intervenido entonces algo organizado es muy difícil de gestarse. El 11 de julio fue una erupción tan grande porque fue espontánea precisamente. Uno pensaría “bueno se despertó una conciencia y no van a acatar más lo que se les dice”, incluso el 15 de noviembre cuando nosotros fuimos al Parque del Quijote que había que salir vestido de blanco la calle estaba vacía, nadie se atrevía a vestirse de blanco. Ellos hicieron una labor muy eficaz de aterrorizar a las personas.

 

MHD: ¿Realmente crees que la gente que salió el 11 de julio -y que uno creía que se había liberado del miedo- al ver la represión no se liberó tanto? ¿Fue algo circunstancial o podría salir así tan espontáneamente? 

 

MC: Yo pienso que va a suceder de nuevo espontáneamente, al momento que tu lo organizas, qué fue lo que pasó el 15 de noviembre, se probó que no funciona porque ahí el gobierno ya esperando, la gente del gobierno estaba en función de eso, de que no sucediera. El 11 de julio los tomó por sorpresa, bueno por sorpresa no porque si tu eres político como Díaz Canel tienes que estar más despierto a medir la temperatura a tu alrededor, el descontento del pueblo, lo cual te dice que realmente Díaz Canel no es un político es un burócrata que fue elevado a ese cargo, pero no es una persona que tenga un instinto político para saber analizar cuál es el descontento popular. Ahora por el fin de año están regalando un pollo en la bodega y cositas por aquí y por allá para mantener a la gente contenta, es como pan y circo.

Hace poco estábamos filmando un documental en un parque de Centro Habana y estaba todo lleno de cosas con música, donde vendían cositas de comida y tragos, era como el circo para calmar los ánimos.

 

MHD: Los ánimos siguen caldeados, y pareciera que en cualquier momento va a volver a implosionar. ¿Crees que la gente se anima más a hablar, a denunciar y a demandar el cambio en Cuba??

 

MC: Yo creo que lo que ha pasado ahora es que hay muchas personas que son más visibles en el ámbito de la cultura o del periodismo que el gobierno les ha permitido más libertad a la hora de manifestarse en las redes, en Facebook o publicar, pero los que no tienen cara, los que no son famosos esos sí se las ven negras y son reprimidos con mucha más fuerza. Ahora se ha creado una división más clara entre la persona pública y la persona que no tiene cara. Contra esa persona que no tiene cara es contra la que van con mucha más fuerza, pero de alguna manera han tolerado, ha sido un paso de avance para las personas que sí tienen visibilidad para que puedan quejarse en Facebook o escribir textos en sitios.

 

MHD: ¿Crees en el espacio de diálogo y la reconstrucción del tejido social? ¿Son pequeños pasos a la reconstrucción del tejido social? porque hay artistas que no se habían pronunciado antes, hay gestos de solidaridad cuando meten a alguien preso. Cuando pasó lo del Movimiento San Isidro mucha gente salió a decir “Bueno caballeros hasta aquí llegamos”, de hecho lo del 27N fue un poco eso, fue el decir “paren de reprimir a estos artistas, a estos amigos” mucha gente que los conocía 

 

MC: Sí, existen en el sentido en que muchos intelectuales y artistas ahora se atreven a hablar en las redes pero lo que pasa es que las personas que no tienen visibilidad, aún cuando están de acuerdo, tienen miedo a veces hasta de comentar esas cosas para que no tengan represalias en sus centros de trabajo. Hay una diferencia muy clara entre las personas que tienen una visibilidad pública y los que no la tienen, que son la mayoría.

 

MHD: En Memorias del Desarrollo hablas del diálogo de las distintas generaciones de Cuba y como alguno reconstruye la memoria por fragmentos. En la historia de un pueblo siempre hay distintas perspectivas y vivencias por parte de los protagonistas y en la historia cubana sabemos que son perspectivas muy distintas entre los que son parte de las instituciones, quienes participan de las instituciones y quienes imponen las instituciones y los que permanecen afuera ¿Cuál es tu análisis de las distintas iniciativas de diálogo de la sociedad civil independiente?

 

MC: Bueno, en el caso de Memorias del Desarrollo y en todas mis películas siempre me han interesado personajes que son inadaptados porque a través de ellos ves que es lo que está mal con las sociedades, es para mi lo que va a ser un cine verdaderamente independiente, hablar de cosas de las que no puedas hablar desde el punto de vista comercial como político, hablar dentro un cine más industrial, más tradicional, entonces hay muchas perspectivas sobre la Revolución Cubana, sobre Fidel y el socialismo. Yo siempre me guío por una cosa que dijo un profesor en la escuela de cine, que “nunca hagas una película sobre un tema político con un personaje que odies o que ames, solo hazla si tienes suficientes contradicciones con ese tema político, porque si no se convierte en propaganda”, entonces para mi siempre se trata de eso, de encontrar esas contradicciones. 

 

Yo creo que en la oposición cubana hay mucha división, muchos egos muy grandes, sobre todo en las nuevas generaciones hay una gran parte de activistas que lo que tienen es una gran necesidad increíble de aparecer en las redes sociales, sea con el arte y si el arte no funciona pues la política entonces, pero muchas personas están ansiosas por ser líderes de opinión aunque terminen abandonando el país a pocos años de ser activistas, y eso es lo que pasa muchas veces, se van unos, llegan otros, pero es muy difícil encontrar personas que se queden en el mismo lugar a lo largo de décadas con una posición dentro de la isla crítica. Uno puede entender que el sistema es fuerte, es duro tener que enfrentarse a eso. 

 

Yo estaba comentando hace unos años con un amigo mio que me decía “yo quiero hacer cine independiente también pero quiero poder irme de vacaciones, poder ir a un restaurante” En Cuba tienes que escoger entre una cosa y la otra, no puedes tener las dos así que ¿cuál es más importante para ti? entonces pasa eso también. 

 

Ahora mismo a mi me interesaba mucho la posición política de Junior con Archipiélago porque como te decía, no era parte de Archipiélago porque para mi es muy difícil entrar en un movimiento porque los políticos al final siempre hacen algo que termina decepcionandote y terminas atrapado en eso, pero simpatizaba porque era un político de izquierda, proponía una visión más progresista a diferencia de muchos disidentes cubanos que apoyan a Donald Trump y que increíblemente para mi resulta muy extraño. Yo me siento mucho más cercano o quisiera tener un sistema social como el de algunos países nórdicos, un socialismo democrático, economía de mercado pero un sistema político que beneficie realmente la justicia social, pero claro me imagino que en América Latina es difícil por la historia de corrupción que tenemos en nuestros es muy complicado llegar a eso, esa es la utopía, creo que el sistema social ideal todavía no se ha inventado pero hay que pensar y ver en alguna dirección. 

 

Yo pienso que es muy difícil, te das cuenta que el mismo Archipiélago se empezó a desmoronar una vez que Junior abandonó el país. Eso de alguna manera lo retrato en Corazón Azul que trata sobre una banda de seres manipulados genéticamente creados por el gobierno cubano para ser el hombre nuevo, el hombre superior que al final terminan con trastornos psicológicos y egos muy grandes y terminan separados. Es como que de alguna manera todos los que nacimos después de 1959 estamos marcados, la misma manera en que he llevado el cine es un poco como un dictador, en el sentido en que no quiero ser dictador de nadie sino de mi mismo y dentro de los límites de una pantalla, por eso no me gusta trabajar con un equipo muy grande de personas. Esa necesidad del control yo creo que está en muchos cubanos, y sí, es un gran problema cuando estás en un marco político porque tienes que unir fuerzas para lograr algo. Yo entiendo que por eso yo no podría ser político jamás, porque el político tiene que hacer compromisos y yo soy una persona que ve el mundo de una manera y no me callo lo que pienso, jamás podría ser político por esa razón. Tengo una idea muy clara de las cosas y no sería capaz de hacer compromisos, no lo hago en el cine, tampoco lo podría hacer en la esfera política.

 

MHD: Dijiste algo con respecto a Corazón Azul, ¿Así como crees que el líder de la revolución tenía un ego muy alto crees que los líderes de la oposición son reflejo de ese liderazgo con tanto ego?

 

MC: Sí, creo que eso viene de la cultura española también: El caciquismo, que bueno ha existido en toda la América Latina. Definitivamente yo creo que hay una gran generación de cubanos que en su infancia y adolescencia no tenían control bajo una figura paterna dominante que era Fidel Castro. Napoleón decía también: “Entre aquellos que se enfrentan fervientemente a la opresión hay muchos a los que les gustaría oprimir”. Yo creo que hay un poco de eso, venganza pero al final te vengas de los que vienen después de ti por eso mejor en mi caso yo me aparto mucho de toda estructura de movimiento, de toda estructura política porque no me gusta ser parte de eso. Yo veo al arte como la liberación mayor.

 

MHD: ¿Qué mensaje necesita escuchar la ciudadanía para que confíe en que hay otra alternativa y al menos transitoriamente apoye a grupos que desafíen el poder del régimen para iniciar el cambio?

 

MC: Imagínate, no te sabría decir, es como mirar dentro de una bola mágica, yo no entiendo las dinámicas. No entiendo porque incluso en Bielorusia donde estuve con mi película Corazón Azul en el año 2020 hubo protestas tan masivas en mucho mayores números de las que hubo aquí el 11 de julio aunque ahora la población está también aterrorizada, ha pasado exactamente lo mismo. No se, porque tu te preguntas ¿tienen miedo a perder su empleo? pero es un salario miserable muchas veces, ¿qué es lo que están temiendo realmente? bueno ahora es la cárcel.

Yo pienso que todos los problemas políticos tienen un origen económico, cómo decía Carlos Marx “Antes de hablarle de política a un hombre tienes que darle de comer” y lo que puede causar otra erupción es otra crisis económica grave como la que estábamos viviendo exacerbada por la pandemia con las medicinas. No te se decir que haría falta después de 62 años.

 

MHD: ¿La crisis económica continúa o ha mejorado de julio a ahora? ¿Son suficientes esos parches como es el repartir pollo?

MC: No, no, eso es cosmético, eso no resuelve el problema pero como te decía, a veces muchas personas elementalmente no tienen una visión con luz larga de las cosas y se conforman con eso. Es triste, pero cuando tú estás en un estado de poner comida en tu plato cada día se vuelve un problema al que tienes que dedicarle varias horas al día. A muchas personas no les queda energía para hacer disidencia o para quejarse. Yo creo que es eso, mientras tú no puedas resolver el problema económico no puedes sentir que puedes entrar en otras áreas. Lo mismo ha pasado con el internet, hay internet pero no hay un Flat Rate como existe en los Estados Unidos, que tú pagas una mensualidad y puedes usarlo ilimitadamente. También está el problema de los sitios bloqueados, gran cantidad de sitios bloqueados que sin un VPN no puedes acceder a ellos. El VPN consume más datos móviles y la gente maneja los datos y los tiene que organizar económicamente para hablar con su familia en Miami que son los que le mandan las remesas con las que pueden comprar la comida y realmente no les queda mucho tiempo para otra cosa que no sea la subsistencia. 

 

MHD: Si la ciudadanía ha despertado y gritaba el 11 de julio Patria y Vida, se vieron identificados con una canción de protesta, ¿Es más efectivo un mensaje transmitido por los artistas que por la oposición?

 

MC: Eso depende del tipo de arte que quieras hacer. Para mi el arte nunca debe ser didáctico en ese sentido, ese era el sentido en los años 60s del cine cubano: Se entendía como una forma de educar y hacer pensar a la sociedad. Para mi el arte tiene que ver más con honestidad, y si eres honesto contigo mismo serás honesto con un grupo de personas y tendrás un público aunque sea pequeño pero nunca lo he pensado así como un instrumento de comunicación social porque para mi el arte es mucho más que eso y creo que si empiezo a crear en esa dirección estaría limitando las posibilidades expresivas.

 

MHD: Tus películas ayudan a la reflexión para que la ciudadanía se cuestione cosas de cómo funcionan en Cuba. ¿Eso para ti no es más efectivo a la hora de despertar voluntades?

 

MC: Sí, yo creo que la película que yo hice que más entra dentro de esa corriente es mi documental “Nadie” porque tiene un lenguaje mucho más sencillo, es capaz de ser asimilado por una población general. Por eso yo siempre le doy copias a todas las personas que me encuentro en Cuba, porque ni siquiera El Paquete Semanal que es el que distribuye el TB de información con películas pirateadas ni siquiera incluye este tipo de materiales porque les puede perjudicar el negocio. 

Todo eso está muy bien pero lo que me inspiró a hacer la película no era eso, era simplemente la personalidad de su protagonista y el drama interno de su personaje. 

 

MHD: Ya llevas haciendo películas 25 años, tu primer corto fue en 1996, en este camino y recorrido ¿Qué ha cambiado en el ser cineasta en Cuba? ¿Hay más libertades, herramientas, apertura en ese sentido?

 

MC: En el caso de la producción como tal en el caso mío no ha cambiado mucho, porque la forma en la que trabajo es la misma que cuando empecé, claro, ahora con una cámara de alta definición pero la forma de producir que es realmente cine hecho en casa se ha mantenido igual en estos 25 años, con mejores equipos, una computadora más rápida, que ya es obsoleta, sí, pero para mi los equipos se hacen obsoletos solo cuando se rompen más allá de cualquier reparación posible. Para mi el lenguaje cinematográfico no es la cantidad de píxeles que tengas en imágenes sino cómo compones el cuadro, cómo iluminas, cómo montas la escena, entonces yo diría que a partir del 2014 o 2015 censuran una obra de teatro de Juan Carlos Cremata que se llama “El Rey se muere” y a partir de ahí hubo como una arremetida a la censura de los artistas, que ahora de alguna manera después viene el Decreto 349 y 373 y el Instituto de Cine dio un fondo para cineastas cubanos, y también hay algunas películas que no he visto. No es que no se pudieran hacer películas socialmente críticas pero nunca mencionar nombres, el nombre de Fidel o de Raúl Castro no podía ser mencionado de forma crítica en ninguna película, ni de los problemas mencionar que son culpa del gobierno. Me imagino que tendrán que negociar con ciertas libertades, ciertos niveles de independencia pero yo siempre te digo, si en las películas mías si no hubiera tenido independencia total, y eso es estar fuera de la matriz, no habría podido hacerlas.