Por Micaela Hierro Dori *
Dagoberto Valdés Hernández es un intelectual católico, oriundo de la provincia de Pinar del Río. Si bien es ingeniero agrónomo, profesión que desempeñó hasta 2007 en una tabacalera, es reconocido por haber dirigido la Revista Vitral y luego la Revista Convivencia y promover los valores cívicos.
Como buen catequista, profesa la doctrina social de la iglesia en cada curso y en cada escrito, además de haber sido profesor de Ética, Cívica y Derechos Humanos en el Centro de Formación Cívica y Religiosa durante unos 15 años. Participó en los preparativos de la visita de Juan Pablo II a la isla en 1998, y el mismo pontífice un año después lo nombró miembro pleno del Pontificio Consejo de Justicia y Paz de la Santa Sede hasta el 2005.
Es un intelectual católico y un ciudadano activo en la sociedad civil cubana. De hecho, su especialidad y el tema más recurrente entre sus escritos es sobre la sociedad civil cubana y además es un actor protagónico en este ámbito. Valdés Hernández ha fundado el Centro de Estudios Convivencia (CEC-Cuba), un think tank con miembros tanto de la Isla como la Diáspora. En 2013 junto a Reinaldo Escobar y a Karina Galvez se idearon el Grupo de Consultores de la Sociedad Civil Cubana, un espacio que luego crecería y desencadenaría en lo que se llamó Espacio Abierto de la Sociedad Civil (EASC) en Cuba. Participó en los encuentros de la sociedad civil cubana en Madrid donde se reunieron activistas de la isla y de la diáspora.
Como miembro de EASC impulsó una Carta al Papa Francisco en el cual enunciaba que “Espacio Abierto de la Sociedad Civil Cubana está proponiendo la Convocatoria para la instalación de un Diálogo Nacional en el que también participen las autoridades cubanas y representantes de la sociedad civil. Solicitamos a su Santidad que pudiera servir de facilitador y garante en este Diálogo”. En este espacio se creó una buena dinámica de debate y de construcción de consensos, siguiendo pautas de debate parlamentario y de respeto al otro, consensuaron varios documentos que postulaban hojas de ruta para una transición en Cuba así como un Código de Ética de la Sociedad Civil. Fue un espacio rico para el fortalecimiento de la sociedad civil, para posicionarse ante temas como celebrar el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba en diciembre de 2014 y enumerar una serie de demandas en dicho marco.
En 2015, participa en el encuentro fundacional de la Mesa de Unidad de Acción Democrática (MUAD) en México así como fue firmante del Proyecto Varela, iniciativa de Oswaldo Payá que presentó más de diez mil firmas de ciudadanos ante la Asamblea Nacional de Poder Popular. Creo no equivocarme en decir que su mayor aporte a la sociedad civil cubana es la promoción de valores cívicos desde el Centro de Estudios Convivencia y en cuanto a su experiencia de participación activa en una plataforma de diálogo ha sido ser fundador y uno de los principales impulsores de Espacio Abierto de la Sociedad Civil.
Micaela Hierro Dori (MHD): ¿Qué destacaría de cada una de estas iniciativas de diálogo y construcción de consenso donde ha participado? ¿Qué experiencias y saldo positivos puede rescatar de ellas?
Dagoberto Valdés Hernández (DVH): En el CEC destacaría tres tareas: el programa de formación ética y cívica con cursos redactados en Cuba y publicados en el primer libro de texto y plan de clases de Ética y Cívica confeccionado y publicado después de 1959. Está disponible en la web del CEC (www.centroconvivencia.org); la tarea dos: el programa “Itinerario de Pensamiento y Propuestas para Cuba”, el primer think tank después de 1959 y el primer trabajo de prospección estratégica, creación de pensamiento y propuestas plural y no partidista organizado dentro de la Isla y trabajado junto con intelectuales y académicos de la Diáspora cubana (Estados Unidos, España, México, Venezuela y Panamá) durante más de cinco años hasta hoy. Este laboratorio de pensamiento y propuestas ha producido, hasta la fecha, 11 Informes de visiones y propuestas para el futuro de Cuba en sectores como: Economía; Tránsito constitucional y marco jurídico complementario; Educación; Cultura; Medios de Comunicación y TICs; Agricultura; Salud; Gobernabilidad, gobernanza e inclusión social; Ética, política y religión; Enfrentamiento a la corrupción, el narcotráfico y la inseguridad ciudadana; y La COVID-19 en Cuba y su impacto en la etapa de post pandemia: visión y propuestas. La tercera: las relaciones con otros think tanks y universidades: creación de un Centro España-Cuba “Félix Varela” entre la Universidad Francisco de Vitoria en Madrid y el CEC-Cuba; relaciones con las Universidades de Vanderbilt; (el CEC es miembro del Programa de Think Tanks y Sociedades Civiles (TTCSP) de la Universidad de Pensilvania, USA; el CEC es miembro de “Civicus” una comunidad mundial de sociedades civiles; el CEC mantiene relaciones con la Universidad Internacional de la Florida, con la Universidad Sergio Arboleda de Colombia y con el Real Instituto Elcano de España. Toda la Información relacionada con el CEC puede ser descargada gratuitamente en www.centroconvivencia.org
Fui co-fundador junto con Reinaldo Escobar y Karina Gálvez de Espacio abierto de la Sociedad Civil (EASC). En él destacaría la amplitud inclusiva de personas, y la pluralidad de grupos y partidos dentro de Cuba, su forma de organizarse sin estructuras y animación rotativa, la búsqueda de consensos mínimos (Cuatro puntos de consenso de la sociedad civil cubana), el trabajo conjunto con la Diáspora específicamente en los Encuentros de Madrid y sus Diez Puntos de Consenso de la Sociedad Civil Cubana. Destacaría que la división y el cese de esta valiosa iniciativa fue por las discrepancias sobre las relaciones de Cuba y Estados Unidos durante el gobierno de Obama. Destacar que este aspecto de relaciones con USA ha sido causa de muchos desencuentros entre cubanos dentro y fuera de Cuba y debería colocarse en el sitio secundario que le corresponde respecto a resolver el problema de Cuba entre cubanos de la Isla y la Diáspora sea cual fuere el color de la administración norteamericana.
En los Encuentros de Madrid hay que destacar la plena sintonía entre cubano de la Isla y España. El papel de facilitador y mediador de AIL y FIL y la acogida en la Casa de América. En relación a los encuentros de la MUAD solo participé en el primero de ellos en México, destacaría el carácter plural, la excelente facilitación y mediación de la Fundación Konrad Adenauer y expertos de México y Venezuela. (Se adjunta una cronología del EASC)
MHD: Considerando en el marco histórico que se daba cada una de ellas, ¿cuáles fueron los principales obstáculos para que no sean fructíferos o no tengan mayor impacto del que realmente se esperaba?
DVH: Está dicho de alguna manera en la anterior respuesta:
- No ir a lo esencial y a un consenso de mínimos entre cubanos.
- Distraerse o discrepar sobre asuntos de relaciones exteriores que dividen.
- Protagonismos personales que dividen y crispan, así como la inversión de roles entre los cubanos de la Isla y de la Diáspora.
- Falta de educación ética y cívica para cultivar actitudes y distinguir el ámbito político partidista y los ámbitos plurales y diversos del tejido de la sociedad civil. Y la falta de formación en métodos de debate parlamentario y del papel de un think tank al servicio del resto de la sociedad civil y su carácter no partidista.
- El daño antropológico que ha lesionado profundamente a todos los cubanos y el no reconocimiento o toma de conciencia de estas heridas para superarlas personal y grupalmente en cada iniciativa de modo que no dañe el proceso.
- La necesidad de un Código Ético o Camino Ético para la sociedad civil. Llegamos a consensuar y acordar un Camino Ético en EASC el 25 de febrero de 2015. (Adjunto)
MHD: ¿Quisiera contar alguna anécdota de alguna de esas experiencias de diálogo y búsqueda de consenso con otros miembros de la sociedad civil cubana?
Una sola que se repitió sin procurarla en cada una de ellas: la irrupción del tema político de la administración de Estados Unidos divide, distrae y encona, lo que evita el centrarse y lograr el consenso en los principales temas del cambio hacia la democracia en Cuba. Esto no significa negar las relaciones internacionales y mucho menos la participación igual de cubanos de la Isla y de la Diáspora. Tengo la experiencia de que podemos trabajar, pensar, proponer y consensuar juntos por largos años siempre que se cuide que “el tema” es Cuba y todo lo otro debe dejarse a un lado cuando nos divide.
MHD: Cuando se habla de diálogo se podría decir que hay 3 niveles, primero entre las mismas organizaciones de la sociedad civil, segundo entre las organizaciones y la ciudadanía entre sí, y en tercer lugar entre las organizaciones con el régimen, sin embargo no todas las iniciativas establecían estas diferencias no estaban pensadas para abarcar esos 3 niveles, podría decirnos ¿cuáles iniciativas contemplaban qué?
DVH: En el CEC tenemos presentes los tres niveles por lo siguiente: el ejercicio de la formación participativa de los cursos supone un diálogo con el resto del pueblo en los procesos educativos. Entre los grupos de sociedad civil cuando en el think tank estudiamos, proponemos y consensuamos entre diferentes grupos y opciones políticas y religiosas. Los informes y propuestas que emanan del Itinerario de Pensamiento y Propuestas son políticas públicas sobre el presente y el futuro de Cuba que pueden ser contenido serio, profundo y proactivo para un posible diálogo con las autoridades si un día se deciden a abrirse a él de forma auténtica, y no como pretexto para dilatar o ganar tiempo.
En EASC y los Encuentros de Madrid se ejerció sobre todo el diálogo, la construcción de consensos entre diferentes grupos de la sociedad civil cubana mediante técnicas de debate parlamentario con una moderación horizontal y rotativa.
MHD: El Movimiento San Isidro ha hecho un llamado al diálogo en el marco de la campaña de Patria y Vida, ¿cómo ha respondido a este llamado? y ¿qué considera diferente en esta oportunidad a otros llamados al diálogo?
DVH: Considero que todo llamado a un diálogo verdadero, medular y evaluable es bienvenido y debe apoyarse sin prejuicios pero muy apercibidos de los riesgos que puede entrañar. Con ocasión de las propuestas del Movimiento San Isidro y del Movimiento 27N he respondido con una sugerencia-propuesta, nacida de la experiencia, de “Metodología para un verdadero diálogo” de 10 puntos que pudieran servir para moderar un diálogo que supere los peligros y debilidades de experiencias anteriores en Cuba y de experiencias fracasadas en otros países. Estos diez puntos fueron publicados el 23 de noviembre de 2020 en www.centroconvivencia.org/lunes-de-dagoberto. Transcribo una versión reducida:
Metodología para un verdadero diálogo
Diálogo no es complacencia
El contenido de un diálogo ha sido muy manipulado y con frecuencia la significación de esa palabra ha sido desfigurada y desprestigiada. Sin embargo, nuestra condición humana, la necesaria convivencia social, el respeto de todos los derechos humanos para todos, exigen irrenunciablemente rescatar el vocablo y la realidad que verdaderamente significa.
Diálogo no es complacer siempre al otro sin respuesta ni correspondencia. Diálogo no es perder el tiempo o ganar tiempo para debilitar al contrario o esperar otras salidas. Todo proceso de diálogo tiene unas características y sin ellas no lo es. Como podemos ver son pasos muy primarios, básicos, que a la vez pueden ser considerados como una metodología de un verdadero diálogo. Citemos algunas:
- La voluntad de dialogar de verdad. El diálogo es primero actitud, después lenguaje y después proceso. Es decir, escuchar y responder, discrepar y consensuar, rechazar y proponer, denunciar y anunciar caminos nuevos con voluntad de buscar puntos de acuerdos y avanzar hacia el fin proclamado.
- El reconocimiento del otro como interlocutor válido y la inclusión en el diálogo de todas las partes concernidas. Esta es tan importante como la primera.
- El respeto en el trato con el otro. Con descalificaciones y maltratos no se puede dialogar: Es cuidar la actitud, los gestos, la forma de ubicarse y debatir.
- El lenguaje. La mejor voluntad, y los más nobles propósitos, incluso la mejor razón, pueden perderse a causa del lenguaje. Algunos identifican el lenguaje como el alfabeto del diálogo. Como la clave para abrir el canal de comunicación.
- Cumplir las reglas del diálogo previamente acordadas en presencia de testigos o garantes.
- Nombrar mediadores, garantes y asesores, y acordar el rol de cada uno de estos servidores del diálogo.
- Acordar unos objetivos y una agenda: general para cumplir esos objetivos y una agenda parcial para cada sesión. Avanzar paso a paso. Y no dar un nuevo paso hasta que no se evalúe y verifique lo alcanzado de parte y parte.
- Evaluar periódicamente los avances, estancamientos o retrocesos en cada paso.
- Decidir qué se hace ante los resultados de la evaluación: proseguir al próximo paso, rectificar los errores o desbalances de las partes o suspender el diálogo.
- Guardar la debida discreción que necesita todo diálogo para avanzar sin ruidos externos entorpecedores. Se nombra a voceros de ambas partes para comunicados oficiales acordados anteriormente. No es secretismo. Es método y sentido común. Ningún diálogo en conflictos graves se hacen en la plaza pública o en los medios de comunicación. Incluso las conversaciones en visitas oficiales de jefes de Estado u otras autoridades se hacen de forma privada, aunque después se publique un comunicado conjunto.
No todos los diálogos tienen que desembocar en una negociación. Toda negociación conlleva un diálogo, pero no todo diálogo tiene que culminar en negociación. Según sean los objetivos que se quieran alcanzar. Un diálogo puede quedarse en el mutuo conocimiento, en el intercambio de información y en preparar ambiente y contenidos de una subsiguiente negociación que se distingue porque debe arribar a la aprobación de acuerdos, tratados, pactos.