Henry Constantín Ferreiro, nacido en Camagüey en 1984, es periodista de profesión y por vocación porque el régimen le ha impedido continuar sus estudios en la universidad en dos oportunidades. Es una persona afable y cálida que llega a los ciudadanos relatando hechos que no podrían ser publicados en los medios oficiales, a los activistas que denuncian violaciones de los derechos humanos. Fundó y dirigió la Revista La Rosa Blanca en la cual colaboraba Rafael Almanza. Colaboró con la Revista Convivencia. Es director de La Hora de Cuba y vicepresidente regional de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) en 2021 galardonado de forma oficial con el Gran Premio a la Libertad de Prensa que concede dicha institución. Ha participado en distintas iniciativas de diálogo como Espacio Abierto de la Sociedad Civil Cubana y Encuentro Nacional Cubano por sólo mencionar algunos así como siempre está atento a difundir toda iniciativa que promueva la libertad de expresión en la isla. Ha sido amenazado, citado a interrogatorios en estaciones de policía por su trabajo periodístico innumerables veces, y ha sido detenido arbitrariamente el 11J varios días incomunicado y luego mantenido vigilado por la seguridad del estado con un arresto domiciliario. Amenazado para que no participe en las marchas del 15N, es de esas personas que demuestra no tener miedo a la represión reiterada por ejercer su libertad de expresión. En la actualidad sigue trabajando de periodista con mucho ánimo de activista.
MHD: Eres un periodista emprendedor, has fundado un proyecto como La Rosa Blanca y luego La Hora de Cuba, cuenta de cómo fue el proceso de fundación de ambos proyectos, si fueron con el mismo grupo de personas y qué es lo que rescatas de aprendizaje a nivel personal y profesional de uno y otro proyecto.
HCF: La Rosa Blanca surgió porque yo quería tener un espacio donde nadie me dijera qué publicar, quería hacer lo que yo quería y decir las cosas como yo las quería decir. Encontré algunos amigos que tenían la misma inquietud desafortunadamente ninguno era periodista, eran escritores, para bien, poetas, intelectuales, el más periodista era yo, entonces este medio de prensa La Rosa Blanca surgió con mucha más carga literaria que periodística. Estamos hablando de una idea que vino a concretarse en julio, fue cuando vimos el primer ejemplar muy primitivo, creo que no conservo ningún ejemplar de esta Rosa Blanca impreso con muchas dificultades, organizado con mucho trabajo en Publisher, que es un software que es el más primario de Microsoft, no es nada que permita un buen diseño visual, sin periodistas ni fotógrafos, solamente con amistades, la mayoría del mundo de las letras que quisieron compartir con nosotros textos, ahí en el número inicial estaba un activista político Ibri Pérez Vasquez, expulsado de la universidad por su proyección, estaban varios poetas, Rafael Almanza el de más renombre entre ellos y otros escritores, intelectuales, es la definición de los otros tres o cuatro que asiduamente colaboraron.
La Rosa Blanca surge cuando ya me sacan de la última universidad, surge cuando yo estaba en la Universidad Santa Clara y es una de las cosas que provoca que me expulsen de Santa Clara y que me expulsen luego de las clases superiores en general. Yo luego logro entrar de nuevo al ISA y cuando me sacan del ISA es que vuelvo a decir que quiero seguir expresándome en mi propio medio, aunque ya yo tenía y colaboraba asiduamente en Convivencia, tenía un blog en la plataforma de voces cubanas pero decido hacer de nuevo el proyecto de revistas ahora un poquito más con conocimientos en periodismo, de cómo se maneja un medio, cuales son los requisitos básicos al menos para que tenga un poco de credibilidad y que sea más que un proyecto entre amigos, sea un proyecto que llegue a ciudadanos distantes geográficamente o intelectualmente, ahí es que sale La Hora de Cuba. El cambio de nombre es porque había otros proyectos en la sociedad civil cubana con el mismo nombre La Rosa Blanca, entonces no queríamos confusión y queríamos estar bien seguros de que lo que publicáramos nosotros iba a ser responsabilidad sólo de nosotros, no iba a ser achacable a otros. El equipo de autores de esta primera Hora de Cuba fue distinto al de La Rosa Blanca, hubo cambios, hubo algunos que se quedaron atrás, algunos que se quedaron a ver que pasaba y algunas nuevas personas. Ambos proyectos tanto La Rosa Blanca como La Hora de Cuba seguían siendo proyectos llevados eminentemente por hombres, casi todos los autores éramos hombres al principio, luego eso cambió, en La Hora de Cuba por fin llegó a salir el primer ejemplar en noviembre de 2013. La Rosa Blanca te decía en julio-agosto del 2008
MHD: Eres periodista en una país donde no hay libertad de expresión, de reunión ni de asociación, por lo que la profesión de informar se termina convirtiendo en activismo de derechos humanos o ser parte de una sociedad civil independiente que impulsa el cambio democrático en la isla. ¿Cuál crees que es el rol que deben tener y de hecho cumplen los periodistas independientes cubanos en la promoción del diálogo y la construcción de consensos para iniciar un proceso de democratización?
HCF: La gente va perdiendo el miedo, no lo pierden tan rápido como hace falta, las derrotas hacen regresar el miedo y sobre todo las faltas de fe en las personas que pudieran provocar un cambio en Cuba, en la disidencia, la sociedad civil y por otro lado se pierde el miedo pero está el factor migratorio, muchas personas perdieron el miedo el 11 de julio y el 15N, lo recuperaron un poco, se quedaron a la expectativa pero decidieron salir del país y los que quedaban en Cuba, probablemente la cifra comparativa en un país cada vez más envejecido como es el cubano donde las aulas que hace 10 años estaban llenas de universitarios hoy tiene la mitad o un tercio fuera de Cuba, no creo que sea tan grande la velocidad con que acá adentro la gente pierde el miedo. Por otro lado el miedo es algo que se pierde pero se recupera, lo hemos visto en carne propia en muchos de los acusados que salieron con una pasión tremenda a realizar cosas que ni siquiera la disidencia habitual había planeado hacer, luego en los juicios retrocedieron por completo, incluso hubo manifestaciones de que eran revolucionarios, que se equivocaron, y así. Es muy complejo el pueblo cubano, le cuesta mucho trabajo a los que están en la Isla de Cuba perder esa cualidad adquirida sobre sesenta y pico de años de represión sobre abuelos, padres, hijos y ahora las generaciones de los niños, si además tienes como alternativa la rebeldía ni siquiera tienes que debatir si rebelarte o no rebelarte, eso muchísima gente lo ha perdido.
El debate para muchísimos cubanos es irse o no irse, rebelarse muchas veces queda como una locura y a la luz de lo relativo, un fracaso. El 11 de julio y el 15N en algunas mentes ha reafirmado la inutilidad de la rebeldía, no en todo pero sí en algunos.
MHD: Has sido representante en Cuba de los Encuentros Nacional Cubano en Puerto Rico ¿Qué rescatas de esta experiencia de diálogo y construcción de consensos? ¿Cuáles han sido los principales obstáculos a la hora de impulsar esta iniciativa de naturaleza colaborativa?
A la mayoría de los cubanos lo que le ha faltado realmente para incorporarse a esas iniciativas u a otras es una mezcla que la dan perder el miedo y tener fe en lo que se hace, hay muchas iniciativas a las que la aparente solidez del régimen que logra vencer con represión y a veces aprovechando los errores de las cabezas visibles de líderes de las iniciativas de la sociedad civil y sobrevivirlas, anular sus efectos y objetivos, pues eso desestimula a muchísimos de los que están cerca.
Cuando tienes miedo, porque además tienes este sistema de amenazas y acciones concretas represivas contra cualquier persona como en el 15N, y le sumas la relativamente escasa fe y que se logre algo después de tu sacrificio, tienes muy poca gente que se atreve a vivir perseguido, dar ese paso por un resultado regular. Muchas iniciativas de la sociedad cubana no ofrecen lo que mayormente la sociedad en Cuba quiere, que es libertad, libertad económica, de expresión, cambio. Algunas lo ofrecen pero no dan una secuencia de pasos creíbles para lograrlos, como para que el participante diga: “Bueno después de seguir estos pasos vamos a lograrlo enserio, de verdad” es complicado. A eso sumémosle los obstáculos claramente emanados del tema represivo, la persecución constante, los ataques desde las redes, el arresto de participantes o interesados, las campañas de descrédito contra iniciativas, las prohibiciones por ejemplo en el Encuentro Nacional Cubano cuyas reuniones se dieron fuera de Cuba, llegó el momento en que la tercera parte de lo que estábamos o la mitad de los que estábamos en la membresía del encuentro y estábamos dentro de cuba no podíamos, teníamos prohibido salir del país. Todo esto dificulta que estas iniciativas funcionen.
Lo digital es una excelente solución pero por supuesto lleva ejercicios de organización constante y muy bien pensado, y por gente que tenga una preparación previa en estos temas porque lo digital permite la hiperconectividad y los mega debates, y los cubanos a veces ya no tenemos posibilidad de debatir suficiente en redes, necesitamos logros, resultados, pasos, acciones concretas que se dificultan si no hay una claridad de metas, en los organizadores, en los líderes, coordinadores, no hay una claridad de objetivos y de plazos.
MHD: En la actualidad gracias a un mayor acceso a internet y a mayor cantidad de medios de comunicación digitales, los cubanos dentro de la isla están más informados de lo que sucede, la gente se anima más a criticar, conoce más las acciones de la disidencia ¿Qué más falta para que los ciudadanos se sumen a convocatorias para consensuar propuestas ciudadanas para el cambio como Pasos de Cambio o la convocatoria al diálogo como Plataforma Patria y Vida que son espacios de participación a través de la web?
La capacidad de reunirse en un torno a un mismo espacio y a veces en una misma mesa físicamente es un ejercicio buenísimo para los cubanos, para todas las personas, reunirse y hablar lo más respetuosamente posible, un ejercicio muy difícil cuando se vive en un país en dictadura, cuando se vive en un país donde la enseñanza no está encaminada hacia el respeto, la enseñanza está encaminada muchas veces sobre imponer el punto de vista, y si no se logra convencer se acude a los adjetivos y las ofensas.
Estos ejercicios de consenso como el Encuentro Nacional y otros, han sido muy útiles por eso, por reunir muchos cubanos y enseñarles que hay más mundo aparte del que hay dentro de sí, y que tienen que escuchar al otro, que a veces para tomar decisiones importantes hay que construir alianzas, respetar, buscar acuerdos. Tienen muchísimos retos por el daño antropológico o la propia naturaleza independiente de muchísimos actores de la sociedad civil cubana que al construirse sus personalidades a partir de la voluntad de expresarse y ejecutar sus ideas en contextos hostiles, las han reafirmado tanto que a veces les resulta muy difícil hacer concesiones a las opiniones de otros o las ideas de otros, por eso es complicado complicado construir estos consensos. Cuando hay muchos líderes o se desdibuja la capacidad de victoria, que es un punto débil de estos consensos, la capacidad de lograr algo fuera de la reunión es muy difícil, y ha hecho que estas iniciativas naufraguen por esta razón porque luego no hay más nada porque luego no hay más nada. Luego de estar reunidos que inclusive las opiniones más opuestas se han conciliado y silenciado, luego cuesta trabajo decir “¿Y ahora qué?” ¿Cómo ponemos en práctica la importancia, el vigor que debe dar un grupo de cubanos estando unidos haciendo algo? Esa es una asignatura muy pendiente.
MHD: Ante un 27N donde se manifestaron unas 500 personas, luego un 11J cientos de miles de personas en distintos puntos del país, ¿Crees que la gente va perdiendo el miedo? ¿Crees que la represión del 11J o el despliegue de operativos del 15N volvió a instaurar el miedo o existe esperanza de que las futuras manifestaciones se incrementen las manifestaciones ciudadanas?
Hablar de que los periodistas independientes cubanos tienen un rol o cumplen un rol ahora mismo, así a lo macro, preferiría individualizar porque en el periodismo independiente cubano, diezmado, perseguido, reducido por la persecución, la migración también, hay voces distintas, aún así con lo reducido y golpeado que está el gremio hay voces distintas. Inclusive hay personas que hacen periodismo y que no quieren ser identificados como periodistas, no se consideran como tal y hay otras que dicen que son periodistas pero que necesitan aplicar más herramientas para poder lucir ese crédito.
En cuanto al rol nuestro en diálogos y construcción de consensos, creo que la mayoría que estamos todavía en Cuba y más que todo en La Habana, ciudades más complicadas con más problemas y ecosistemas de la sociedad civil, eso crea vínculos entre los que están, y muchas veces los periodistas somos amigos de activistas que están en problemas o simpatizamos mucho con causas puntuales del momento y eso nos vuelve activistas, a veces sin quererlo, cuando vemos personas inocentes condenadas a prisión, amigos nuestros que son perseguidos, citados, hostigados, sobre todo con la facilidad que dan las redes para comunicarse, que ya no hay que esperar una fecha de publicación, que ya se pueden saltar los estilos periodísticos para comunicar lo que sabemos o lo que queremos, pues eso inclusive al expresarnos nos desprofesionaliza y nos volvemos activistas. El diálogo y el consenso se construye precisamente así, creando a veces relaciones humanas, siendo capaces de apagar el Yo y encender al periodista profesional que es capaz de entrevistar inclusive a aquellos por los que no siente simpatía directa, que es capaz de acercar varias posturas. Los ejercicios de paneles donde hay varios puntos de vista sobre temas han sido un ejercicio muy bueno en la sociedad civil cubana porque permite acercar las diferencias, pero sobre todo también porque somos parte de los que les mostramos a la ciudadanía la realidad del país, y somos identificados por muchos cubanos como voces que informan y que además están a tono con las necesidades humanas del país, que las viven y las conocen y creo que todo eso ayuda un poco.
De ambos proyectos, sobre todo La Hora de Cuba que no ha terminado, aunque ha cambiado, conservo ese conocimiento que se acumula por un trabajo de día a día en todas las facetas. La Rosa Blanca y La Hora de Cuba cuando fueron impresas me obligaron no sólo a entender qué podía publicar, qué cosas llegaban más a la gente, entender a qué públicos estaba dirigido, inclusive temas técnicos que no eran mis favoritos, aprender algo de diseño, de expresiones, manejo de cámaras para lograr imágenes nuestras que no fueran tomadas de por ahí, sobre todo lograr el trabajo con los seres humanos, las personas, en un ambiente de represión, de miedo, una ciudadanía muy dañada porque estos emprendimientos siempre terminaban siendo perseguidos por la seguridad del estado y aunque quizás La Rosa Blanca no fue tan perseguida como proyecto sí sus colaboradores como yo estaban marcados, eso implicaba un nivel de situaciones y de otros riesgos con los que uno tenía que ir lidiando, con el miedo, las deserciones, el temor de dañar a otras personas cercanas a uno pero que no estaban en el proyecto y recibían vigilancia de años y presiones, esto de lidiar con seres humanos. No solo en el plano represivo, no sólo en un plano de “¿Esta persona podrá aguantar la presión? ¿Esta persona será leal, estará escribiendo realmente lo que piensa?” y también en el plano profesional cuando he tenido proyectos de lidiar con personas, con trabajos, cuyas ideas aunque sean prodemocráticas o estén en la línea general de La Hora de Cuba chocan inclusive con las ideas mías o de otros colaboradores, eso lleva también un ejercicio de aprender a trabajar con el ser humano, un ejercicio de cercanía con el otro muy complicado. En ese proceso tuve tanto en lo personal como en el medio ganancia de grandes personas que aún siguen apoyándonos y trabajando, también perdidas, todo eso sumado sobre todo a nivel personal con lo de resistir, ver como un aparato poderosísimo que en muchos casos controla la mente de la mayoría de las personas se lanza contra uno, desde la ley, la vida económica, la persecución policial de todo tipo, desde la visible y directamente represiva hasta la sutil, la invisible, la que daña psiquis, la persecución que ha afectado a muchísimas de las personas cercanas al proyecto La Hora de Cuba y también a la propia vida mía.
Todas estas enseñanzas nos han fortalecido, nos han hecho más fuertes, pero también han sido un proceso en el que ha habido mucho dolor. No sé si está bien hablarlo de manera positiva, pero hay un indiscutible fortalecimiento y mejoría de las personas que hemos logrado continuar, sobre todo también porque nos ha permitido más allá del objetivo primario que era simplemente expresarnos, pues, fortalecer algunos valores, algunos principios que no sabíamos que teníamos pero fortalecer esto de trabajar por un país, de ver la importancia que tenemos para mantener una voz acá adentro, para dar voz a los que no saben cómo expresarse para poder desmentir al régimen cuando trata de pasar gato por liebre. Todo este rol que tenemos como periodistas pero también como personas cívicas ha sido muy enriquecedor y estimulante para continuar haciendo este trabajo.