Orlando Luis Pardo Lazo es un escritor muy prolífico y activo transmitiendo el anhelo de libertad del pueblo cubano. Desde fines de la década del noventa o los años 2000 ha participado en distintos espacios literarios, contribuyendo y fundando revistas que sentaron precedentes muy valiosos para defender la libertad de expresión, como pequeños oasis donde las personas podían intercambiar su opinión sin censura del régimen.

 

Micaela Hierro Dori: Quisiera que me cuentes de esas revistas literarias y blogs, Desliz, Voces, Cacharros, The Revolution Evening Post

 

Orlando Luis Pardo: En Cuba, en los años 90 y 2000, se podría decir que cínicamente el Estado abrió las puertas a la crítica literaria o intelectual, hay muchos temas que fueron incluidos en el debate siempre y cuando usted no tocara la esencia totalitaria del régimen, sobre todo encarnada en la figura de Fidel Castro, la imposibilidad de narrar, de convertir a Fidel Castro en un personaje literario como lo han hecho todos los intelectuales de izquierda latinoamericanos que siempre han narrado la novela del dictador latinoamericano. En Cuba ni siquiera se puede narrar la novela del Comandante, incluso una novela que fuera un panfleto de elogio a Fidel Castro tampoco, porque se desconfiaba de la figura del intelectual metiéndose en tema político. En ese sentido, yo sentía que la cultura en Cuba tenía un hueco negro que era la política, que es el territorio del terror, que se le deja a los políticos. “No te metas en eso, tu eres escritor”, es algo que me recomendó todo el mundo: “la política es un territorio sucio, efímero, tu tienes que trabajar temas trascendentes”, es decir, trataban al escritor como si fuera un evangelista, un profeta, “¿Pero qué tema trascendente puedo tocar yo? Yo soy Orlando Luis Pardo Lazo, no tengo nada trascendente”. A mi me interesaba mucho el bombardeo que yo recibía como ciudadano, como escritor, un bombardeo mediático en la prensa, la televisión, la propaganda política, yo quería convertir eso en cultura, convertir eso en mi propio espacio literario, autorreferencial y de alguna manera te decían “ten cuidado”, era la advertencia de mis colegas, todavía no estamos en el territorio político. Ahora, con ciertos colegas que tenían el mismo síndrome de la provocación política, como yo, comenzamos a partir de la inspiración de un proyecto editorial del cual yo no fui parte, el proyecto “Diásporas”. La revista se imprime de manera clandestina en Cuba, dirigida por Rolando Sánchez Mejias, hoy en la diáspora, Pedro Marquéz de Armas, hoy en la diáspora, Carlos Alberto Aguilera, hoy en la diáspora, o sea la revista “Diásporas”, que se hacía desde Cuba, tratando de buscar una diasporización de ese espacio nacional despótico terminó diasporizada ella misma, sufrió represión, no son de los nombres más conocidos porque no fueron los activistas políticos clásicos, pero esos tres nombres, más otros que contribuyeron a ella como Jorge Alberto Aguiar Díaz, pues terminaron todos exilio.

Esa inspiración de “¿Se puede hacer una revista literaria en Cuba?” y una vez que soy expulsado de la biotecnología me uno a personas como precisamente Jorge Alberto Aguiar Díaz, Lizabel Mónica, pues nos reunimos con otro grupo de amigos que tal vez no participaron directamente pero sí contribuyeron y decidimos “¿Qué pasa si hacemos una revista literaria?”, pero ¿Qué cosa es una revista literaria?, un documento Word, lo más elemental, lo más precario del mundo. Si tu tienes Word en tu computadora, y teníamos algunas computadoras traídas del exilio por manos amigas, todavía no por la solidaridad internacional, más bien era relaciones personales. Si tienes un documento Word ya eres libre, si puedes abrir el Word y sabes save as, ya eres libre, pero libre en una cárcel, en medio del totalitarismo, le pones una foto como esas fotos que van atrás, cualquier cosa, pegas una foto, dices que es la portada, le pones la fecha que es un acto de reafirmación personal: ”Estoy hablando el 4 de marzo del 2022”, y esto es una verdad que ninguna tiranía o ninguna amenaza de muerte puede impedir, estamos hablando del 4 de marzo del 2022 episodio uno. Vas creando una cronología, una tradición, si hay un episodio uno, es decir, que ahora eres editor que harás revistas con frecuencia, mensual, te vas creando tu mismo un agenciamiento, una espacialidad determinada y pues empezamos a hacer las revistas “Cacharros” Jorge Alberto Aguiar Díaz en el 2003, Lizabel Mónica bajo el nombre de Rebeca Duarte y Orlando Luis Pardo Lazo bajo el nombre de Pía Mc Habana, por si alguien se acuerda de Pía Mc Habana que aparece en algunos blog, ese era yo, siempre he tenido pseudónimos de mujer, estoy atrapado en el pseudonimo equivocado, el nombre equivocado, Orlando Luis Pardo Lazo siempre ha querido ser un autor mujer.

Esa revista empieza a salir, Jorge Alberto Aguiar era la cara pública, realizaba talleres de formación literaria independientes, colaboraba con el portal de periodismo independiente Cubanet, y recibía las visitas de la Seguridad del Estado en aquél momento, todavía Lizabel Mónica y yo estamos en una etapa en que queríamos evitar la entrevista con el interrogador de la seguridad del estado, tal vez no estábamos emocionalmente y mentalmente preparados para ese espacio, Jorge Alberto si lo estaba, y la revista comienza a difundirse dentro de Cuba por  un pequeño documento Word, y fuera de Cuba trae mucho interés, porque todo lo que ocurre en Cuba traía mucho interés.

Autores de la talla de José Kozer, de Lorenzo García Vega, que Lorenzo falleció ya, Carlos M. Luis, más los autores de la revista “Diásporas”, Rolando Sanchez Mejias, Pedro Marquez de Armas, Carlos Alberto Aguilera, comienzan a colaborar con la revista “Cacharros”, una revista que no existe, que es un documento word, un e-mail donde recibimos los textos y los vamos pegando y de repente nos damos cuenta que ya tenemos casi un trabajo en Cuba, y ese trabajo es hacer las revistas de mes en mes, buscar autores de Cuba que estén censurados, buscar textos o traducir autores que sean incómodos al régimen, o sea nosotros no queríamos ser incómodos al régimen, pero la revista “Cacharros” por pensamientos deconstructivos de incorrección políticas nos va fascinando, de ahí la importancia de esa ecología. Por eso yo invito a los escritores cubanos, si te crean una ecología, si te creas algo que hacer, eso te va llevando necesariamente hacia la libertad. Nos hubiéramos quedados como siervos —como dice Virgilio Piñera— pero terminamos siendo el siervo servil, que es el siervo que quiere decir “soy siervo”, y cuando le dices al estado cubano “soy un siervo, esclavo” tú estás revelando una naturaleza esclavista, tiránica, “tu eres el amo, nosotros los esclavos y por eso hacemos las revistas”, el que se mantiene en silencio tal vez no sabe ni que es un siervo o Virgilio Piñera le dice que es un siervo. En lo que empieza a hablar Virgilio hace una ironía: “No te declaras libre, para ser libre te declaras ¡Oh! mi amo, yo quiero ser un siervo más servil todavía, déjame hacer una revista digital”, en esa ironía de la ficción del autor contra la ficción del estado —ahí hablo en términos de Ricardo Piglia— pues empezamos sencillamente a vivir el placer, el eros de saber que lo que escribíamos o hacíamos en Cuba lo estaban recibiendo compatriotas nuestros fuera de Cuba.

Era maravilloso poder enviar una revista un martes en la mañana y recibir un correo en la tarde de Argentina, Chile, Estados Unidos, México, España, donde de repente comenzamos a existir en un espacio de ciudadanía virtual que de alguna manera nos fue transformando como intelectuales a nuestra responsabilidad cívica. ¿Lo sabíamos?, tal vez sí, pero quizás no sabíamos tanto y la revista nos fue llevando a eso.

 

MHD: Ese intercambio con otros escritores que no estaban ni politizados ni nada, ¿cómo era? ¿Qué tan conscientes eran estas personas de las dificultades y la censura que sufrían en Cuba?

 

OLP: En general se podía decir que eran solidarios, tal vez no estaban tan conscientes, tal vez eran escritores necesariamente de izquierdas, pero nosotros traficábamos, a veces le robábamos textos a Álvaro Bisama, a veces un texto a Zambra, a Mario Bellatín, escritor mexicano que conocimos en Cuba, a veces simplemente robábamos porque ya que tú eres un siervo servil robar no es un delito, tú no tienes nada, tú eres el esclavo que rompe el instrumento, de repente ¿qué podía pasar porque reprodujéramos un texto que tenía un copyright de El Mercurio en Chile? ¿Qué podían hacernos si estábamos en Cuba?, protegidos en la cárcel del totalitarismo.

Éramos unos plagiadores, nos encantaba el término en el sentido que estábamos introduciendo voces que no hay otra manera de leerlas que a través del contrabando de texto, ahora, esos autores, no se los editores, se sentían muy felices de estar siendo pirateados en Cuba. Ahora, verdaderamente no es piratería porque no estábamos ganando dinero, no estábamos vendiendo la revista, o haciendo otra cosa de introducir nombres de autores, textos y visiones muy deconstructivas y críticas de la sociedad democrática dentro de la sociedad totalitaria, funcionaban de maravilla, cómo los chilenos hablan de Chile, sobre su experiencia del torturador, hay un texto sobre “Romo”, un torturado, que cuando tu empiezas a hablar de la experiencia de la tortura en otro país latinoamericano resonaba en Cuba de una manera liberadora, cómo es la tortura en Cuba, cómo se esconde, la reivindican. De pronto, todos los temas eran políticos y algunos de ellos estaban siendo escritos por autores que ni siquiera tenían una idea del contexto cultural donde estábamos introduciéndolos a ellos.

En general, las poquitas experiencias que tuvimos eran siempre favorables, eran siempre de: “¿Te puedo enviar un libro a Cuba?”, algunos los enviaron, otros se perdieron en el camino, Germán Sierra, de España, y muchas personas, Mario Bellatín cuando visita La Habana, va invitado por un proyecto literario oficial y pudimos verlos, nosotros que no éramos nadie, empezamos a cobrar carta de ciudadanía, y te juro que aunque soy un escritor publicado en Cuba, ya me interesaba menos un libro en la editorial Letras Cubanas y me sentía inédito publicar en Letras Cubanas, me interesaba más una columnita en un sitio web cualquiera. Ahora, déjame decirte algo, “Cacharros”, y las revistas que después hizo Raúl Flores con el apoyo de todos nosotros, “33 y ⅓”, y las revistas que hizo Lien Carrazana, “La Caja de la China”, y la revista que hizo Lizabel Mónica, “Desliz”, esa eclosión de revistas tuvieron un blog. Yoani Sánchez estaba en Suiza, no lo digo como confrontación, pero Yoani Sánchez estaba en Suiza, nosotros descubrimos una página llamada Blogspot, a veces desde un centro de trabajo oficial, no íbamos a embajadas todavía, a veces desde la cuenta de un extranjero íbamos allí: “Mira esto, pones blogspot y si le pones Cacharros Blogspot, se puede publicar la revista”, así que “Cacharros” tuvo un blog, “La Caja de la China” tuvo un blog, “33 y ⅓” tuvo un blogspot, nosotros ni sabíamos que eso estaba convirtiéndose en algo importante en el mundo, y en el año 2007 cuando de alguna manera una de estas personas había salido al exilio, empiezo a hacer la revista “The Revolution Evening Post”, título en inglés, pero la revista en español, con Ahmel Echevarría y Jorge Enrique Lage. En ese momento empezamos a oír un ruido, algo importante estaba pasando, alguien ganó un premio de la revista TIME y un premio de periodismo en España. “¿De qué se trata? — Un blog. ¿Pero qué blog y qué bloguero?, si nosotros llevamos haciendo blog hace 5 años”. Claro, había tenido menos visibilidad, y el discurso más moderado y popular también, de traducción doméstica, la contemporaneidad doméstica de Yoani trajo una gran atracción sobre ella, y con gusto nos hicimos amigos de ella y comenzamos a hacer otra revista que ahora te cuento.

Lo que te quiero decir es que las revistas digitales y literarias en Cuba ocuparon la blogosfera cuando no sabíamos que era la blogosfera, era un sitio web que permitía publicar lo mismo que enviábamos por e-mail y dejarlo ahí. Todavía están algunos blogs clonados, o hicieron copias y todavía quedan por ahí, revistacacharro.blogspot.com, probablemente desactualizados. Yo ya ni puedo entrar en esos blogs, ya perdí hasta las claves y entonces fue un fenómeno interesante donde el escritor quería ubicarse en un territorio de legitimación muy diferente hasta el que en ese momento venían ubicados. Queríamos trabajar el tema político, narrar a contracorriente, ocupar formatos nuevos y de ahí ya podemos hablar del 2007, como de The Revolution Evening Post comienza hablando del tráfico, contrabando, la revista se comienza a ilustrar con portadas de otras revistas importantes norteamericanas, Esquire, The Rolling Stones, Vanity, cualquier cosa.

The Revolution Evening Post usa las portadas de otras revistas para ponerle el nombre y ser ella misma esa revista comercial, capitalista, antiliteraria, teníamos esa vocación que esto no solamente es contra el Castrismo o la dictadura, sino también contra la literatura, un poco gesto caníbal, una tendencia literaria al final, deconstructiva. En última instancia, queríamos un discurso que cuestionara las bases de la cubanía, un gesto literario radical, tal vez no salió o no nos salió tan bien. Creamos una generación llamada Año Cero, un invento más, una manera de crear otra ecología más, porque si somos parte de una generación podemos dar una entrevista como grupo, pero, ¿no se trata de eso la izquierda? ¿No se trata de socializar y comunidades?, estábamos tratando de crear una comunidad, pero lo que pasa es que en el comunismo, cuando tratas de crear comunidad o cuando en el socialismo tratas de socializar inmediatamente se es reprimido. La única socialización posible en el socialismo es guiada e instruida por el estado, no puede haber una literatura independiente, grupos independientes, revistas independientes, todo es inmediatamente perseguido, por eso es la paradoja de la izquierda adentro, y la izquierda afuera.

Los cubanos salimos de Cuba a veces un poco sin querer socializar, todo lo que sea trabajo voluntario es malo, sin embargo, en el gran capitalismo imperialista yo me encuentro abogados, doctores, que están ganando millones de dólares y que puntualmente todas las semanas hacen trabajo voluntario, donan parte de su tiempo trabajando con proyectos comunitarios, de gratis, para ayudar a las comunidades y los desfavorecidos. En Cuba, porque el trabajo voluntario era masivo y sin sentido, una medida represiva, pues nosotros no queríamos hacer eso. Lo mismo con la socialización, esa palabra nos suena a los cubanos como “Cuidado, en que te estás metiendo”, sin embargo, me doy cuenta que lo que estábamos haciendo en Cuba era tratar de reconstruir la ciudad letrada, reconstruir un espacio autónomo para la literatura pero no porque fuera una torre de marfil, sino porque en ese espacio autónomo de la literatura íbamos a hacer una que narrara la política, Fidel Castro, la utopía, el totalitarismo y una serie de temas tabúes, más allá de la cosa temática de narrar las jineteras —las prostitutas—, o el balsero que se va del país y se muere, pobrecito. Queríamos también cuestionar el corazón de una polis, de una ciudad letrada, política, cultural, idiosincrática, cuestionar la tradición despótica cubana, eso no niega la tradición democrática cubana. A nosotros nos interesaba la debacle, el horror, introducir claves culturales que no fueran típicas convencionalmente cubanas, de ahí la influencia de Raúl Flores Iriarte, el autor de la revista 33 y ¼, del best seller, de leer literatura mala, literatura de aeropuerto, y eso también empezara a construir en el campo literario cubano una zona de bad rating, para usar un término parecido al bad painting, que se puede ganar millones en el mundo.

Queríamos una escritura que fuera cuestionadora de la literatura cubana como tal, eso ha provocado que muchos de los autores de la generación Año Cero cuando tratan de publicar en España la primera respuesta es que no parece literatura cubana, la literatura de Jorge Enrique Lage aunque se ubique en La Habana no parece naturalmente cubana, y de alguna manera es un gesto natural, queríamos una literatura bien provocadora, por lo tanto a la vez que salimos al exilio se pierde toda esa fuerza de contestación, el enemigo va quedando más lejos.

 

MHD: Cuando nace Cacharros en 2003, fue la ola represiva de la primavera negra en marzo y en el grupo de los 75 había escritores, poetas, periodistas como Raúl Rivero, Jorge Olivera, ¿ustedes tenían algún intercambio o los conocían? ¿Sabían de quienes se trataba o conocían su obra?

 

OLP: Sí, sobre todo en la figura tutorial que nos introduce a nosotros en el campo literario de Jorge Alberto Aguiar, no me cansaré de insistir en la importancia de esta persona, él vive ahora en Torrevieja, España, y él los conocía, colaboraba con la revista Cubanet y otras revistas, la Revista de Cuba que empezó a hacer Raúl Rivero, con un solo ejemplar cayó preso. Jorge Alberto Aguiar no cayó preso de milagro, quizás porque era más escritor que periodista, tal vez porque le perdonaron la vida, él vivió en centro Habana dos arrestos y te podrás imaginar sus pupilos, de su misma edad o menores y mayores, el estado de terror que vivíamos. Jorge de alguna manera nos calmaba y nos decía “En el momento que el terror está dentro de tu alma da lo mismo, puedes ser un millonario pero estás perdido, eres un sujeto destruido y reproductor del totalitarismo”. Él nos traía un código de ética, lo que no puede entrar en tu corazón es el terror. Si te llevan a una prisión de canaleta te sientas ahí y te pones a escribir con un pedacito de papel, o en la pared y tomas unas notas para la novela de la prisión que vas a escribir y que va a ser la mejor novela de prisiones de Cuba. Teníamos esa ilusión de que el escritor, la única manera de destruirlo era destruirlo físicamente, pero tratar de sobrevivir, nos fue preparando para ese diálogo con las autoridades totalitarias que yo tuve que vivir, en solitario, porque se hizo un vacío alrededor mío en el campo literario y yo me quedé como un activista político y tuve entrevistas con la seguridad del estado varias veces.

Jorge era el que tenía ese diálogo directo, el que nos conecta con Oswaldo Payá, nos enseña a escuchar emisoras del exilio, tiene los e-mail de muchas personas y de alguna manera nos abre una puerta y así como yo conocí a Enmanuel Vázquez Portal cuando lo liberaron en el 2005, pues brevemente tuvimos un encuentro con el o Waldo Alfonso, muchas personas que después nos damos cuenta que tuvieron una importancia grande, nosotros no, “un tipo aquí que vino y habló” y ni sabían bien que yo venía de un campo científico y lo que yo que hacía era publicar, enviar a concursos literarios y que yo no era un intelectual cubano. Jorge nos ayuda a hacernos intelectuales cubanos, que quiere decir la conciencia crítica de una sociedad que le interesa todo lo que pasa en la sociedad. Ese profundo gesto de amor a Cuba tenía sentido por eso que tú ves atrás, ese es el escudo de Cuba en una forma de corazón, como decir esa idea de una literatura nacional que queríamos desnacionalizar un poco por amor a la literatura nacional, por amor al logos, filología, discurso, lenguaje, por lo tanto Fidel Castro podía ser nuestro competidor, él había hablado demasiado, usurpado un imaginario y nosotros queríamos arrebatarle ese imaginario a Fidel Castro, no tenemos pistola, no matamos a nadie, no hicimos terrorismo como ellos, pero el imaginario, las palabras soberanía, libertad, pueblo, revolución, cultura, nosotros queríamos arrebatárselas al narrador en jefe y narrar nosotros la experiencia de habitar en un país como Cuba en los años cero, de ahí el nombre de Generación Año Cero.

 

MHD: ¿Qué opinas de cómo fue evolucionando el vínculo y el diálogo del movimiento artístico e intelectual con la oposición y la sociedad civil independiente? ¿Cuál ha sido el impacto por la libertad y la democracia en Cuba? ¿Cómo le ha llegado el mensaje a la ciudadanía?

 

OLP: Siempre hubo un arte contestatario en Cuba, siempre hubo un autor maldito, un artista censurado, pero es cierto que cuando vamos llegando a los años cero, por la eclosión tecnológica mediática, se van confundiendo los bordes, se van contaminando los bordes y eso es maravilloso, ese contacto. Siempre también el artista cubano viajaba, tenía privilegios de salir y entrar, y no se preocupaba tanto en que si eso era un derecho o un privilegio, eso fue viniendo de una conciencia sobre la sociedad cubana, pero, ¿por qué un arquitecto, artista del performance o visual puede viajar a una galería? “porque es un artista, viaja por el Ministerio de Cultura”. En los años 90s era “¿Y esa gracia? ¿Ese artista por qué tiene que viajar? ¿Por qué viaja él y no viaja el barrendero del barrio que puede llevar sus latas a brillar en el Moma y puede ser un performance?” Se empezó a deconstruir un sistema estructurado donde había un arte contestatario en Cuba y censurado en alguna parte, el arte tomaba ventaja. Los escritores, por ejemplo, la ventaja de que Antón Arrufat fue el invitado al congreso Latin American Studies Association y allí podía hablar sus cositas críticas, pero, ¿por qué no podía ir yo que era un autor de revistas digitales? Eso va cambiando en los años cero, en una democratización, a mí que me perdonen, pero una democratización horizontal, ya no se podía ir a un congreso siendo Reina María Rodríguez, muy poeta y todo lo que quieras, pero se te llama la atención de que al mismo evento que Reina María Rodriguez, en New York en el 2010, Americas Society, Orlando Luis Pardo que estaba invitado, que había escrito un texto tan bueno como el tuyo, para no decir mejor, en la misma revista, Americas Society, Orlando Luis no va, “Es que él es político”, ya no me digas eso más, empieza una lógica de contestación donde Reina María Rodriguez tiene que manifestarse, una invitación y una coerción. El término tiene un valor negativo pero es una coerción cívica, yo le pongo positivo a todo, tú no puedes ser más poeta cubano y viajar si otro poeta cubano malo o bueno no puede viajar, a menos que ese otro poeta cubano no pueda viajar porque acaba de cometer un crimen, robó un banco, bueno, pues cumplirá su sentencia. ¿Te has preguntado tú como intelectual cubano de qué se le acusa a ese otro intelectual cubano?, romper la narrativa del estado empezó a pasar gracias a la contaminación del movimiento bloguero, si eras pintor, activista, músico, estabas invitado a formar parte de eso y había una comunidad imaginaria por muy física que fuera, de que éramos blogueros, después podíamos ser tuiteros, después estar en Facebook y crear un grupo, crear una revista más de activismo cívico como “Voces”, donde se invitaron a pastores de las iglesias católicas y no católicas, cristianas en su mayoría, bautistas y de otras denominaciones, donde se invitaron movimientos activistas de presos políticos como las Damas de Blanco, se invitaron músicos como el grupo Porno para Ricardo, no solamente a la revistas sino a los espacios que se creaban para presentar la revista, hay esa contaminación, yo uso esa palabra, donde de repente el arte para ser más cool, atractivo, estar más de moda, ser más visible, tener mayor interés, tiene que empezar a meterse en estos temas, la marcha por la no violencia que se realiza en la calle 23 que fue reprimida por la seguridad del estado, Yoani Sanchez y yo fuimos arrestados, pero les permite a ellos marchas. Allí estaban Los Aldeanos, Aldo, el Bi, y muchos otros grupos que en aquél momento eran políticos pero estaban en un territorio de la captura simbólica del estado, eran los raperos contestatarios que prueban que en Cuba hay libertad de expresión.

A partir de ahí, 2009, los raperos contestatarios no servían para eso, para probar que había libertad de expresión, porque su discurso iba al corazón del totalitarismo. El festival Rotilla, muchos de sus organizadores participaban en las actividades de los blogueros es censurado por el régimen, reducido, cortado y cambiado. Un festival que se realizaba en la playa de Jibacoa y había muchos conciertos de música alternativa con el auspicio y el control de la seguridad del estado, ya ellos no querían seguir controlando eso, porque era un fenómeno deconstructivo culturalmente, entusiasmaba al joven a ser parte del cambio, ¿No es esa la esencia de la revolución? súmate al carro, al baile de los que sobran, como los prisioneros. Por eso es que digo que ni la izquierda tiene vida en Cuba. La izquierda revolucionaria, transformativa, antipinochetista, antiderechista no tiene vida en Cuba porque los jóvenes que van a ser de ese tipo de izquierda, aliados de la izquierda chilena no pueden organizarse, no pueden hacer las tesis de “el violador eres tú”, no pueden hacerlas desde una espontaneidad autónoma y autofinanciarse, recibir fondos de una organización feminista de Suecia para irrumpir en la Plaza de la Revolución sin un permiso o con un permiso y cambiar radicalmente el espacio cultural cubano, no, eso no va a ocurrir así, “no queremos los derechos de las mujeres en Cuba de esa manera, no queremos derechos de homosexuales en Cuba de esa manera”, ese es el discurso del estado. El homosexual tiene que esperar a que el estado cubano lo normalice, y ya va a pasar, pero lo primero es que tiene que mantenerse en silencio y hacer solamente el activismo reafirmativo que nosotros le permitamos en este caso a través de una mujer heterosexual que forma parte del aparato político que es Mariela Castro, la hija de Raúl Castro.

Esa pobreza conservadora, represiva del régimen cubano, yo creo que afortunadamente, porque no se sabe cómo trabaja la providencia, ha llevado al arte cubano y toda la labor desde el exilio a una posición de que para hacer arte tiene que ser comprometido, no puede haber otra idea más de izquierda que esta, ¿comprometida con qué?, con lo único posible, con la vida, la libertad, la belleza, la no continuidad, el cambio, con Obama Change “We can change”, entonces esa idea tan sencilla el régimen tiene que darle la tradición del caudillo continuista, esa es la tradición como se llama en Latinoamérica, en Cuba le llaman continuidad, que significa “nuestro legado no va a cambiar”, Cuba está estabilizada de por vida y si para eso la población cubana tiene que seguir saliendo al exilio, reprimida como lo está después de las protestas del 11 de julio pues ese no es un problema. Si para que la Revolución Cubana siga en el poder tiene que vivir en un territorio muerto artísticamente, culturalmente, eso no es un problema, estamos dispuestos a hacerlo, a reprimir como están reprimiendo hoy por hoy, o como vemos que se reprime en Venezuela, Nicaragua, Bolivia, de la peor manera posible.

El arte cubano, el estado cubano lo ha perdido, por supuesto siempre crean una zona oficial, pero cada vez más gracias a los espacios de influencia tecnológicos que están fuera de Cuba pero que se pueden ver dentro de Cuba, es importante que la audiencia sepa que desde 2019 el régimen permite tener una internet limitada en los teléfonos, etc., y por lo tanto se ha roto esa barrera que separaba, que aislaba a los ciudadanos en Cuba. Están en las peores condiciones imaginables, los pueden censurar, quitar el internet, pero al mismo tiempo este espacio del que estamos hablando, si se transmite en Youtube alguien lo puede ver en Cuba si busca mi nombre y tu nombre. A lo mejor le parece aburrido y lo deja por la mitad, a lo mejor le parece revelador y lo ve hasta el final, o lo descargan y después se lo comparten a otras personas de una manera más rápida a como lo hacíamos nosotros, no hemos hablado de ese tema, pero en esta época de los 2000s había una base material, el CD, DVD, memorias flash, que hacía todo un poco complicado. Tú vas por la calle con 30 memorias flash y si un policía te revisa el bolso sonaba culpable, sonaba mal, “¿Qué estás haciendo y que tienes ahí?” seguramente ibas a tener problemas.

Hoy por hoy, WhatsApp, la transmisión inmediata, puedo transmitir esta conferencia si se pone en bajo formato en Telegram, después la borro y “no he hecho nada”.