Por Micaela Hierro Dori *
Manuel Cuesta Morúa, graduado en historia, es un político socialdemócrata cubano, que en 1991 se suma a la Corriente Socialista Democrática Cubana y en 2002 funda el Partido Arco Progresista. Tiene amplia experiencia en estos 30 años de vida como opositor de participar en espacios de diálogo desde la sociedad civil cubana. Es uno de los fundadores en 1998 de la Mesa de Reflexión de la Oposición Moderada, y en el 2014 de la Mesa de Unidad de Acción Democrática (MUAD). Esta última iniciativa reúne a unas 30 organizaciones y sigue activa hasta la actualidad. También ha impulsado una serie de proyectos que implicaron la coordinación de distintos actores de la sociedad civil cubana como ha sido la Plataforma Nuevo País, Consenso Constitucional, Otro 18, Propuesta 2020 y Cuba Plural. Y de todas estas experiencias nos comparte sus reflexiones.
Micaela Hierro Dori (MHD): ¿Podría compartir en qué iniciativas de diálogo y consenso ha participado y por qué?
Manuel Cuesta Morúa (MCM): Yo he participado en varias iniciativas. En la Mesa De Reflexión de la Oposición Moderada (MROM) en el año 1997-1998 como primer intento de trabajar de conjunto con otras organizaciones y la más sólida. Mucho antes también participé en la Coalición Democrática Cubana, pero ahí estaba no como uno de los promotores porque recién me iniciaba en la oposición. Participé también en la Concertación Democrática pero fue bastante efímera. Después de la Mesa pasé a trabajar en Nuevo País, que también fue una coalición interesante, pues sirvió a otras iniciativas que vinieron después, con una lógica que se mantiene hasta el día de hoy, que es trabajar buscando el cambio democrático desde la ley, utilizando resortes del derecho y los espacios que ofrece la Constitución y las instituciones.
Luego trabajé en “Consenso Constitucional” que también fue una propuesta interesante de coalición con otras organizaciones y personalidades, y en la Mesa de Unidad de Acción Democrática (MUAD), que fue una de las últimas experiencias, que además de impulsar otras cosas, más allá de ser plataformas, sino iniciativas de conjunto.
Quizás gracias a mi vocación socialdemócrata, creo que el desafío de Cuba pasa por la construcción de las bases, de los fundamentos del estado de derecho, los fundamentos de la democracia y al mismo tiempo otro factor de la construcción de consensos y de la tolerancia política. Eso no pasa por la ideología, eso pasa por trabajar con otras instituciones porque nuestros desafíos democráticos y, lo que yo he insistido bastante, es la consolidación de la nación y eso hay que hacerlo con los demás, gracias a las diferencias. Trabajando a pesar de la presión y críticas por otro lado, de interlocutores y amigos que debía de haberme concentrado en fortalecer la visión socialdemócrata.
MHD: Considerando en el marco histórico que se daba cada una de ellas, ¿cuáles fueron los principales obstáculos para que no sean fructíferas o no tengan mayor impacto del que realmente se esperaba?
MCM: Hay obstáculos específicos. Si usas la matriz DAFO, hay obstáculos internos y amenazas externas a este proceso para que no haya fructificado en estos años. La primera cosa que a mí me gustaría señalar es que en Cuba el conflicto entre estados siempre solapó el conflicto entre el estado y la sociedad cubana. Esa es mi perspectiva y creo que en los últimos años se ha confirmado.
Fidel Castro fue bien hábil, eficiente y eficaz, al parecer frente al mundo y frente a la sociedad cubana que el primer conflicto era el histórico con Estados Unidos. Los conflictos nacionales tienen permanencia, la narrativa y el relato de Cuba siempre ha conspirado para fortalecer una oposición interna. A mí me gusta siempre citar el caso polaco porque el nacionalismo se vincula con la democratización, quienes son nacionalistas son los demócratas. En el caso de Cuba no digo que la oposición no sea nacionalista, pero el símbolo de representar a la nación, la capacidad de representar los interes nacionales en forma supo manipular, demagógicagicamente ha sido Fidel Castro.
No era una autocracia típica de la sociedad latinoamericana, sino un estado totalitario y el control de todas las instituciones, control de la sociedad, control mental, obviamente lo tenía y lo sigue teniendo de algún modo el gobierno cubano. Eso impedía que fructifiraran desde o hacia la sociedad (esas iniciativas). No es una sociedad civil abierta, ni articulada. No como organización sino como espacio público.
Esas son dos amenazas externas, por otro lado tienes las amenazas internas. Una es la inmadurez propia del espacio cívico. Fidel Castro logró mutar la sociedad cubana, sacar lo peor que teníamos de la intolerancia política y cívica. Nuestro subdesarrollo es político. Eso explicaba y legitimaba la revolución cubana. La inmadurez jugó a favor de Fidel Castro y permitió luego destruir todo el espacio civil y toda la cultura política que se venía creando. Eso explica cierta debilidad de la sociedad civil, cierta debilidad del campo político y del espacio cívico y fragmentaba las opciones de la oposición en Cuba. Cada uno de estos espacios que se articulaban era fácil que no perduraran en el tiempo. Justo por estas razones clave, que se han venido superando pero todavía persisten.
MHD: ¿Qué experiencias y saldo positivos puede rescatar de las iniciativas de diálogo y consensos?
MCM: La experiencia más sólida para mí fue la de la Mesa de Reflexión de la Oposición Moderado. Unos intercambios y debates riquísimos durante un año entre alternativas socialdemócratas, liberales y demócratas cristianos. Fue fundamental y permitió también hacia el exterior, una especie de contactos y alianzas, de vínculo con las internacionales que representan estas tendencias. Otra experiencia muy buena ha sido la MUAD que todavía existe afortunadamente. Tú has visto los inicios de todo eso y cómo los cubanos somos capaces de construir consensos. Creo que de los opositores que salieron a la luz en la década del noventa soy uno de los pocos que ha participado en varias de estas iniciativas
MHD: Cuando se habla de diálogo se podría decir que hay 3 niveles, primero entre las mismas organizaciones de la sociedad civil, segundo entre las organizaciones y la ciudadanía entre sí, y en tercer lugar entre las organizaciones con el régimen totalitario. Sin embargo, no todas las iniciativas establecían estas diferencias, no estaban pensadas para abarcar esos 3 niveles, ¿podría decirnos cuáles iniciativas contemplaban qué niveles de diálogo?
MCM: La iniciativa de la MROM contemplaba por de pronto dos diálogos básicos, por un lado un diálogo entre la oposición y por otro lado un diálogo que intentamos hacia el gobierno cubano. Esto es paradójico que yo lo diga, pero creo que había más condiciones en aquella época de las que existen ahora entre la oposición y el gobierno cubano. Consenso Constitucional estaba contemplado entre los otros dos niveles: uno entre la sociedad civil y dos, de la sociedad civil hacia la ciudadanía. Nuevo País también entre la sociedad civil y la sociedad.
Básicamente las propuestas que surgieron después del 2010 y 2011, al menos en las cuales he participado, han intentado articular hacia el contacto y el diálogo con la ciudadanía. Por supuesto, a modo de muestrario, porque es imposible hablar con todos los ciudadanos del país, no ha habido espacio público para eso pero el enfoque y la dirección ha sido hacia la ciudadanía. Últimamente ya en las propuestas, mismo desde Consenso Constitucional, pero sobretodo con la Propuesta 2020 que también es una propuesta de consenso entre distintos grupos y ahora con Cuba Plural el enfoque de diálogo que buscamos es con la ciudadanía. De hecho, lo que estamos llamando Asamblea Ciudadana, luego la propuesta de Otro 18 que también fue una propuesta de Coalición.
MHD: El Movimiento San Isidro (MSI) hizo un llamado al diálogo en el marco de la campaña Patria y Vida. ¿Cómo ha respondido a este llamado y qué considera diferente en esta oportunidad a otros llamados al diálogo?
MCM: El hecho que el Movimiento San Isidro haya hecho este llamado me parece importantísimo. Lo que me parece diferente respecto a los anteriores es que incluye fundamentalmente al sector y la visión desde la cultura. Y eso es fundamental, porque toca algo clave para el diálogo, que son las premisas del diálogo que pasan desde el campo de lo simbólico, la tolerancia, la diversidad, lo que me parece fundamental que es un diálogo prepolítico. Las versiones anteriores de diálogo eran más directamente políticas y al mismo tiempo sociales. El Movimiento San Isidro lo hace en un nuevo contexto, donde las redes ayudan muchísimo, lo hace desde la cultura y eso es fundamental.
* Especialista en fortalecimiento de la sociedad civil, liderazgo e innovación democrática.