Es una actriz, escritora, directora de teatro y productora, fundadora en el 2011 el proyecto independiente Teatro Kairós, realiza un teatro de corte político y resistencia donde abiertamente se cuestiona el régimen cubano.
MHD: Quería que me cuentes de la fundación del proyecto independiente del Teatro Kairós, cómo surgió, quiénes lo fundador, los objetivos que tenían.
LC: Teatro Kairós, hoy Teatro Kairós LCAP (Laboratorio Creativo de Amistad con los Pueblos) es un proyecto que nació de una amistad en el año 2011. Es un proyecto itinerante porque no ha sido posible mantener una cartelera estable. Pasamos años entre la producción de una obra y la siguiente. Carlos A. García es un antropólogo, dedicado hoy al mundo de la enseñanza en España. Nos conocemos desde la infancia. En aquel momento, 2011, se desempeñaba como investigador en el Instituto Juan Marinello y por azar recibió los derechos de la autora catalana Ángels Aymar para poner en escena La Indiana. La versión que hicimos es un unipersonal que se tituló El Regreso. Yo había regresado de Dusseldorf, Alemania, donde había hecho teatro independiente. Pude vivir el teatro en un sistema democrático que aún con sus imperfecciones, me hizo tomar distancia y comprender por primera vez lo que significa hacer teatro dentro de un sistema que no ofrece libertades básicas de pensamiento ni de expresión a sus ciudadanos. Si bien con la revolución proliferaron grupos de la talla de Teatro Estudio, Los Doce, de la mano de los hermanos Raquel y Vicente Revuelta, por citar el ejemplo de uno de los proyectos que más me ha interesado dentro de la historia del teatro posrevolucionario, por el concepto mismo de hacer un teatro- laboratorio, que dejó atrás aquel teatro vernáculo como modelo de éxito dentro de las tablas cubanas. Los Revuelta desarrollaron un teatro que armaba a los actores de un método, el ruso. Algo que he visto en ejemplos más recientes de colectivos como Buen Día o El Ciervo Encantado con distintas metodologías, por supuesto. Los actores de estos proyectos se distinguen por su solidez tanto actoral como intelectual. Retomando los momentos tempranos del teatro posrevolucionario, al ser subvencionado por el estado, gradualmente comenzó a padecer persecución y censura. Hay quienes son de la opinión que el teatro cubano nunca pudo recuperarse de la parametración, conocida como el período gris. En mi opinión es una suerte que exista aún densidad en la escena cubana. Hace algún tiempo estuve en Fábrica de Arte, invitada por unas amigas actrices. La obra era una comedia. Era muy revelador ver cómo renace ese teatro comercial, que busca el chiste fácil, vaciado de contenido. Y eso ocurre en los espacios aprobados por el Ministerio de Cultura. O sea, el viaje es hacia el pasado, incluso en el teatro. Como si todos estos años no fueran más que una pausa en el tiempo. A mi regreso de Alemania, fue más visible la falta de autonomía, el miedo de expresar un criterio distinto, especialmente de los actores cubanos. En los inicios de Kairós… estábamos seguros de que al ser nosotros mismos de distintas disciplinas nos interesaba una experiencia multidisciplinaria. Indagar en la colonia, así como la migración catalana hacia la Cuba de la segunda mitad del XIX fue la primera búsqueda temática que pusimos en escena. De esto se trató El Regreso. En aquel momento padecí por primera vez el despotismo de los funcionarios públicos como fue el caso de la antigua presidenta del Consejo de las Artes Escénicas Gisela González. Removida de su cargo por corrupción. Con el tiempo comprendí que mi delito fue haber tenido un presupuesto de la Agencia Española para la Colaboración y el Desarrollo AECID, en la Embajada de España en La Habana sin que antes no le fuera notificado que yo era una persona “de confianza” ideológicamente hablando. González me estaba castigando por el delito de hacer teatro sin su permiso. No tuvo pudor en desprogramarme de la Sala Adolfo Llauradó, donde antes del incidente me habían aceptado. Pese a todo esto, y gracias también a la ayuda de la AECID logramos estrenar en Las Carolinas, sede de Danza Teatro Retazos.
MHD: ¿Podrías contarme sobre las adversidades que enfrentó ese espacio independiente o ti misma, actos de censura u otros que creas oportuno mencionar?
LC: Me entretuve en proyectos cinematográficos, y no fue hasta 2017 que Kairós reaparece. En abril de 2017 padecí (junto a mi compañero Miguel Coyula) un operativo policial y de agentes de Seguridad del Estado, para impedir la proyección del documental Nadie en Casa Galería El Círculo, que dirige el artista visual Luis Trápaga, hoy parte indispensable de Kairós… En noviembre estrenamos Los Enemigos del Pueblo. Escribí el texto inspirada en mi encuentro con Adonis Milán, director teatral que abandonó la obra, por considerarla un suicidio. Miguel me dirigió. Después de Nadie mi visión del país cambió. Los Enemigos…inició un nuevo período de Kairós, hacia el teatro político. En abril de 2018 fui borrada como actriz de la escena cubana. Ningún director ni oficial ni independiente salvo Miguel, volvió a llamarme. Padezco una invisibilidad como actriz que ha sido mitigada por mi propia resistencia y por el hecho de poder hacer películas con Miguel. Solo la actriz Sandra Lorenzo, de Teatro Buen Día, me llamó recientemente para un proyecto que lamentablemente coincidió con SALA-R el último estreno del grupo. A finales de 2018 nació Patriotismo 36-77 una obra sobre la prisión de conciencia y la censura a los artistas. Figuras como la de una activista por los derechos humanos y la de los hijos de los disidentes, han sido omitidas o cifradas dentro de la escena teatral cubana, por esa razón aparecen en Patriotismo… me interesaba una obra donde poder expresar lo que yo misma estaba sintiendo por haber sido apartada de la sociedad para estar en el lugar de los marginados. En Patriotismo… no queríamos repetir la misma experiencia que con Los Enemigos… Como a la par, yo estaba trabajando con Miguel en Corazón Azul, un filme que tardó diez años en filmarse, descubrí junto a él que las ruinas de las escuelas de arte podría ser el escenario ideal para la obra que tenía en mente. Hicimos un crowdfunding y recaudamos un presupuesto que nos permitió poner en escena Patriotismo… Solo un auto de los dos que rentamos para las doce personas que accedieron a asistir a una obra en condiciones de clandestinaje, pudo llegar. El otro auto despareció sin que hasta hoy tengamos noticias de lo ocurrido. Más allá de que supimos que el chofer estuvo en dos de las direcciones que le dimos, luego de eso, desapareció. El chofer nunca más volvió a coger mis llamadas. Lo mismo me ha sucedido con gestiones de producción en Corazón Azul. La obra comenzó desde el momento mismo en que el chofer X recogía a los espectadores a partir de las 8:00 am para ver una obra en un lugar X. No podríamos dar esos detalles por temor a que nos censuraran e impidieran nuestro estreno. Esto provocó que se generara una atmósfera de total desconfianza dentro del auto donde los invitados no se conocían entre sí, y algunos tenían temor de revelar sus identidades. Se generó la misma desconfianza que en la obra, donde los protagonistas son prisioneros. Esta parte, junto a la intervención pública, constituyen lo más performativo de la obra. Además de mí como actriz, trabajé con Luis Trápaga y Juliana Rabelo (estudiante de humanidades) lo multidisciplinario sigue siendo parte de la poética del grupo. El texto lo escribí basada en las experiencias de los actores. SALA-R (2021) surge en medio de la pandemia. Juliana me comentó que quería proponer un nuevo espacio para la Revista Hypermedia que consistiera en una serie de monólogos con temáticas sociales. Me pareció un buen pretexto para iniciar un nuevo proyecto. Realizamos cinco monólogos. Entraron en el elenco Evelyn Corvea, Reynier Morales, Olivia San Román y Jorge Carpio. Es en este período donde la Embajada de la República Checa en La Habana se interesa por el grupo y nos propone una obra con el objetivo de homenajear a Václav Havel, pero con total libertad creativa. Así nació esta obra y el laboratorio. Teatro Kairós amplió su trabajo para poner en práctica la metodología de la dirección de actores. Combinamos la técnica Meiser y el monólogo interior de Antonin Artaud. Durante muchos años estuve en busca de un método como actriz. Al ser graduada también de pedagogía, me obsesionaba el hecho de que los actores provenientes de las academias cubanas no podían expresar con claridad, qué método trabajaban. Nos reunimos una vez por semana desde una perspectiva académica y con el objetivo de dar forma de libro a nuestro propio método. Próximamente saldrá publicado el texto SALA-R en la editorial Hurón Azul. La obra se desarrolla en un hospital para enfermos mentales. Nuevamente exploramos el encierro, pero esta vez desde el punto de vista de la locura. Hemos dado un total de tres funciones. Estrenamos en el patio de la Embajada Checa. Luego pusimos la obra en una azotea y en una galería. Cada función es única no solo por la energía y la audiencia, sino porque adaptamos la escenografía y la puesta en escena a las condiciones de los distintos escenarios. Influencias del teatro posdramático, del vacío, de Teatro del obstáculo de Víctor Varela, están muy presentes también en nuestro estilo. Y por supuesto, no puedo separar al cine del teatro que creo. No podemos dar publicidad por las redes sociales públicas. Mostrar lo sucedido, en vez de lo que va a suceder en las páginas de nuestro grupo, es un gesto político de resistencia. Estamos condenados a exhibir fiambres. Y desde luego, esto limita nuestra audiencia. Terminamos existiendo en la web, donde el evento en vivo pierde su inmediatez. Es la única forma hasta ahora de vivir como independientes.
MHD: A partir de la campaña del No Al 349, luego con lo que pasó con el Movimiento San Isidro, 27N, Patria Y Vida, surgen apoyos y gestos de solidaridad de cada vez más artistas cubanos tanto de dentro como fuera de la isla ¿Crees que es factible el diálogo entre los distintos actores del ámbito cultural en Cuba tanto independientes como de las instituciones?
LC: Durante la campaña del 349 nosotros estábamos montando Patriotismo… y fue interpretada por los medios como forma de protesta contra ese Decreto. En verdad fue una coincidencia oportuna. Y por supuesto, nos sumamos a esa demanda. Creo que en el nombre del proyecto ha estado también su destino. Kairós es tiempo propicio para la acción. Ahora bien, yo no podría hablar de la situación actual del arte en Cuba, ignorando el impacto que ha tenido la pandemia. La pandemia nos hizo salir del espacio virtual a las calles. Independientemente del activismo del Movimiento San isidro. Fue una circunstancia propicia para que algo así se gestara. Para mí fue el gran cisma desde el punto de vista de los propios partidarios de las instituciones culturales cubanas. No fue mi cisma, pero acudí a la protesta porque me pareció importante, especialmente por la presencia de figuras como la artista visual Tania Bruguera que ha apoyado al arte independiente en la isla. Fue importante que Tania liderara el movimiento creado a partir de esa protesta, el 27N. Siento admiración y respeto por su trabajo. Creo que todo lo que ha sucedido ha sido importante porque se ha logrado correr la cerca. Ahora bien, el sistema gasta todos los recursos en existir. Ya vemos que casi todos los que estuvieron en aquella huelga de noviembre, han tenido que abandonar la isla. No se puede subestimar la antigüedad de este poder y los lazos que ha desarrollado a lo largo de todos estos años. No creo que será fácil existir de manera autónoma. En mi caso, separo el activismo de mi trabajo en el teatro, en la escritura, en el cine, aun cuando mi obra es política. Lo que quiero decir es que me activo cuando algo me parece justo. El 27 de noviembre hizo que los artistas tomaran conciencia gremial. Y eso es bastante dentro de este autoritarismo caribeño. No obstante, soy de las que piensa también, al igual que mi compañero Miguel, que si todos los que hacen un arte político estuvieran dispuestos a llegar al fondo de las temáticas, sin autocensurarse, el sistema tendría que empezar a ceder, de lo contrario se desmoronaría. Se habla mucho en las redes, pero luego muchas de las obras políticas son blandas.
MHD:. ¿Crees que el movimiento artístico tenga suficiente hoy en día más fuerza como para forzar un diálogo con las autoridades del régimen cubano?
LC: ¿Si tengo fe en el movimiento artístico? Te diría que tengo fe en aquellos que han decidido salirse de la matriz. Como he escrito otras veces, creo en la Cuba de los márgenes. Es desde los márgenes desde donde se ha generado conciencia. Es desde los márgenes donde se ha presionado al poder para hacer los cambios porque han tenido que ceder ante los reclamos de sus partidarios. Miguel y yo, por ejemplo, estuvimos contra el Decreto Ley 373, la nueva camisa de fuerza para los contenidos en el cine, gremio al que también pertenezco, pero como vino acompañado de un Fondo, no recuerdo a nadie más además de nosotros y Jorge Molina, que se opusiera públicamente a ese Decreto. Dos años después he escuchado algunos criterios de personas que, si militan en el Fondo, que plantean su decepción con la segunda entrega de los Premios. Si bien el año pasado los otorgaron a jóvenes cineastas, o a otros menos jóvenes pero que se han destacado en los últimos tiempos por sus posiciones críticas en los medios, este año fue mayormente para los cineastas confiables. Mientras el Estado mantenga a los independientes en la ilegalidad, será muy difícil provocar un cambio. Para mí ha estado muy claro que mi demanda, mi lucha, es la de ser legitimada como independiente.